Un estudio elaborado por la Universidad de Santiago en conjunto con el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género encendió una alerta sobre un fenómeno que crece en la misma medida que las campañas electorales se digitalizan. La investigación reveló que la violencia política digital de género es una realidad persistente que afecta directamente a candidatas en distintos niveles de representación, limitando su libertad de expresión y debilitando su capacidad de acción en la esfera pública.
El informe se realizó en el marco de las elecciones locales y regionales de 2024, con una metodología que combinó análisis automatizados de casi un millón de interacciones en Facebook, X e Instagram, además de una encuesta enviada a las más de seis mil candidatas del proceso electoral, de las cuales 740 respondieron. Los resultados no dejan espacio para la duda: las redes sociales son una plataforma clave para la visibilización política, pero también un campo minado donde la violencia y el acoso son cotidianos.
El dato más revelador es que el 69% de las candidatas encuestadas afirma haber experimentado algún tipo de violencia digital, con expresiones que van desde insultos sexistas y mensajes de odio, hasta campañas de desinformación y ataques dirigidos a sus características corporales. La violencia no es solo anecdótica: un 51% de las afectadas reconoce que estos episodios le quitaron las ganas de exponerse, un 41% pensó en abandonar la política y un 30% se sintió directamente limitada en su libertad de expresión.
El impacto emocional y político de este acoso es evidente, pero la respuesta institucional es débil. Mientras un 61% de las candidatas dice recibir apoyo familiar y un 59% de sus amistades, apenas un 10% señala respaldo desde sus partidos políticos. Solo el 11% de las mujeres que enfrenta violencia digital presenta denuncias, un número alarmante considerando que menos de la mitad de las encuestadas sabe efectivamente dónde acudir para reportar estas agresiones.
La ministra de la Mujer y Equidad de Género, Antonia Orellana, subrayó la urgencia del problema: “Los datos son claros, las mujeres sufren acoso en redes, se autocensura respecto a sus opiniones y creemos que esto es un riesgo para la democracia”. Desde la Usach, Débora Jana, coordinadora del Observatorio de Género y Diversidad, reforzó la misma línea al afirmar que “el estudio corrobora lo que se percibe en etapas de campaña política”. El académico René Jara, en tanto, precisó que “se trata de un fenómeno transversal, no de candidaturas contra otras. Y también contra la clase y la etnia. Es un tema global que hay que estar monitoreando”.
La reiteración de insultos como “regalada”, “incapaz” y “feminazi” contra mujeres en cargos de mayor visibilidad, como alcaldías y gobernaciones, da cuenta de cómo la violencia política digital no es un problema periférico, sino estructural. En un país que se prepara para nuevas elecciones presidenciales, los hallazgos del estudio ponen presión sobre partidos, autoridades y plataformas digitales para asumir responsabilidades concretas. La violencia digital no solo afecta a las mujeres en lo personal, sino que erosiona las bases mismas de la democracia al limitar quiénes se atreven a participar en ella.