Medio Ambiente

Energía limpia con deuda ecológica

La instalación del proyecto “Parque Eólico Coloane” en el norte de la Isla Grande de Chiloé podría convertirse en una amenaza directa para uno de los centros de investigación científica más importantes del país: la Estación Biológica Senda Darwin (EBSD). Así lo advirtió la Fundación Senda Darwin, que desde hace más de 30 años lidera estudios sobre biodiversidad, bosques templados y cambio climático en este laboratorio natural ubicado en Ancud. A pesar del valor ambiental y científico de la zona, la empresa detrás del proyecto busca continuar el proceso de evaluación mediante una Declaración de Impacto Ambiental (DIA), un mecanismo que organizaciones científicas y comunidades locales consideran insuficiente y poco transparente para la magnitud del impacto.

La EBSD, parte del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), alberga la torre Eddy Covariance, que desde 2013 mide flujos de carbono como parte de la red internacional FLUXNET. Esta infraestructura es vital para demostrar la eficiencia de los bosques del sur de Chile en la captura de CO₂ y para proyectar respuestas ante la crisis climática. El ruido y las perturbaciones generadas por las turbinas eólicas de gran escala alterarían las condiciones ambientales necesarias para mantener la precisión de estos estudios, comprometiendo una base de datos construida durante más de una década y financiada con fondos públicos.

Además del daño a la investigación, el proyecto contempla obras como canales artificiales y defensas fluviales que intervenir directamente el cauce del río Huicha, lo que podría alterar el equilibrio hídrico del área. La zona también incluye uno de los últimos remanentes de bosque nativo primario del norte de Chiloé, hogar de especies en peligro como el zorro de Darwin, el huillín, la guiña y diversas aves. Estos ecosistemas, esenciales para la conservación y escasamente protegidos, han sido estudiados y citados en más de 100 publicaciones científicas.

Desde la comunidad huilliche local también han surgido críticas. Denuncian la falta de consulta, el desconocimiento del valor cultural y ecológico del territorio, y acusan prácticas de hostigamiento y manipulación de información por parte de la empresa. La zona está reconocida como Zona de Interés Turístico (ZOIT), y recibe a estudiantes, visitantes y científicos cada año, reforzando su valor educativo y paisajístico.

Tanto la Fundación Senda Darwin como el IEB exigen que el proyecto se someta a un Estudio de Impacto Ambiental (EIA), más riguroso y participativo que una DIA. No se trata de oponerse a las energías renovables, aclaran los científicos, sino de evitar una transición energética que sacrifica la ciencia, los bosques y las comunidades locales en nombre del desarrollo.

Bosques de Bolsillo transforman la vida en las comunas

En un gesto que mezcla activismo ambiental y tejido comunitario, el Parque Municipal de Maipú se convirtió este fin de semana en el epicentro de una intervención verde sin precedentes para la comuna: la plantación de su primer “Bosque de Bolsillo”, una acción colaborativa en la que participaron cientos de personas y que dejó en tierra más de 2.800 especies nativas.

La actividad fue encabezada por el Gobierno de Santiago en conjunto con el municipio de Maipú, como parte del programa “Bosques de Bolsillo”, una iniciativa que busca regenerar el paisaje urbano de la Región Metropolitana a través de la creación de microbosques en 33 comunas. La propuesta no se queda en lo decorativo: estos espacios están diseñados para absorber CO₂, filtrar material particulado y reducir la temperatura urbana, generando pulmones verdes capaces de mejorar la salud física y emocional de los barrios más afectados por la expansión del cemento.

“Estamos cambiándole la cara a Santiago. Esto no es solo arborización, es una apuesta por la biodiversidad, la seguridad urbana y el bienestar de quienes viven aquí”, señaló Claudio Orrego, Gobernador de la Región Metropolitana, durante la jornada. La estrategia contempla el uso de la técnica japonesa Miyawaki, basada en la plantación de especies nativas en alta densidad y diversidad, lo que acelera el crecimiento del bosque hasta diez veces más que lo habitual y permite crear ecosistemas autosustentables en tiempo récord.

Antes de esta gran plantación, vecinas y vecinos de Maipú participaron en talleres comunitarios donde aprendieron sobre la técnica Miyawaki y el valor ecológico y social de los bosques urbanos. Esta preparación generó un vínculo real con el proyecto, transformando a los habitantes en protagonistas del cambio climático a nivel local. Durante la jornada, se sumaron representantes de organizaciones sociales, colegios, juntas de vecinos, adultos mayores, niñas, niños y jóvenes, en una imagen que escapa del voluntariado simbólico para convertirse en verdadera participación ciudadana.

La escena fue inédita para Maipú, una de las comunas más pobladas de Chile, con altos niveles de urbanización y una larga historia de lucha por espacios verdes y recreativos. En este contexto, el Bosque de Bolsillo aparece como una respuesta concreta a una demanda histórica. Según datos del propio Gobierno de Santiago, la capital necesita triplicar su cobertura de áreas verdes por habitante para alcanzar un estándar mínimo de bienestar ambiental.

El llamado final del Gobernador Orrego fue directo: “Recuperar la ciudad para las personas y la naturaleza para la ciudad es una tarea que no podemos hacer solos. Plantamos casi 3 mil árboles, pero lo más importante es que lo hicimos en comunidad”.

Geólogos alertan sobre puntos críticos en el Cajón del Maipo

El corazón cordillerano de la Región Metropolitana guarda una amenaza latente. Un estudio reciente de los geólogos Felipe Ugalde y Sergio Sepúlveda, de la Universidad de Chile, alerta sobre la alta susceptibilidad de remociones en masa de origen glaciar en al menos cuatro glaciares del Cajón del Maipo: El Morado, Loma Larga, Muñiri y Mesoncito. Esta investigación, publicada en Journal of South American Earth Sciences, no busca alarmar, sino anticipar. En palabras de Ugalde, se trata de una evaluación preventiva destinada a orientar decisiones en torno al resguardo de comunidades y ecosistemas vulnerables.

A diferencia de la bien documentada inestabilidad glaciar en la Patagonia, este estudio se centra en los Andes centrales, donde la cercanía con núcleos habitados como Baños Morales y Lo Valdés eleva la urgencia. Lo que está en juego no es menor: un colapso glaciar puede liberar millones de metros cúbicos de hielo que, al movilizarse súbitamente, desatan aluviones similares a los que devastaron zonas alpinas en Suiza hace apenas unos días.

El análisis técnico se basa en cinco tipos de amenazas geológicas: desde vaciamientos súbitos de lagos glaciares (GLOF) hasta deslizamientos catastróficos de hielo o avances anómalos de glaciares. De los 70 cuerpos de hielo evaluados, más de una decena mostró alta susceptibilidad en al menos dos categorías. Los cuatro glaciares destacados preocupan por su proximidad a poblados, su exposición al turismo y su inestabilidad concreta.

El glaciar El Morado, por ejemplo, perdió una cascada de hielo clave para su equilibrio estructural. Este hecho incrementa el riesgo de rebalse de la laguna que se encuentra justo debajo. En Loma Larga, el atractivo turístico de su cueva de hielo convive con una amenaza inminente: el avance del glaciar podría bloquear el cauce de agua, formando una represa natural con potencial destructivo. El glaciar Muñiri sorprendió a los científicos con el vaciamiento total de una laguna en solo tres días, lo que evidencia una dinámica violenta y difícil de predecir. Y en Mesoncito, la acumulación de cuerpos de agua sobre el hielo podría detonar vaciamientos súbitos hacia el valle, dada la fuerte pendiente de mil metros.

La investigación no habla de riesgos inminentes, pero sí urge a actuar ahora. En un contexto de acelerado cambio climático, la estabilidad de estas masas de hielo se ve comprometida. Lo que antes se desplazaba en siglos, hoy puede hacerlo en días. Los glaciares, que alguna vez fueron símbolos de quietud, se están volviendo impredecibles.

La lección de Suiza deja claro que la anticipación salva vidas. En Chile, el Cajón del Maipo es un laboratorio natural de glaciología aplicada, pero también un espacio donde ciencia, planificación y comunidad deben dialogar antes de que el hielo decida moverse.

Hidrógeno verde sin paneles solares la alternativa sucia que ahora es limpia

En un país como Chile, donde la promesa del hidrógeno verde ha sido tomada casi como política de Estado, una investigadora busca desafiar la forma en que entendemos la producción de esta energía. La Dra. Jhosané Pagés, desde el Departamento de Ingeniería Química y Bioprocesos de la Universidad de Santiago, está apostando por una ruta alternativa: producir biohidrógeno a partir de residuos orgánicos, específicamente purines de cerdo y cochayuyo. En vez de depender exclusivamente de la electrólisis alimentada por fuentes solares o eólicas, este enfoque propone convertir un problema ambiental en una fuente de energía limpia.

Chile ha liderado el desarrollo de hidrógeno verde gracias a su riqueza en energías renovables, pero ha dejado en segundo plano opciones como la generación biológica de hidrógeno. El proyecto liderado por Pagés busca precisamente revalorizar esos desechos agroindustriales que hoy se acumulan en vertederos, como el purín de cerdo, que es altamente contaminante. Al combinarlo con cochayuyo, una macroalga rica en azúcares y abundante en las costas chilenas, se mejora la degradación biológica, se equilibra la relación carbono/nitrógeno y se potencia la producción de biohidrógeno, biometano y otros subproductos útiles.

La innovación del proyecto también pasa por incorporar biochar, un material obtenido al calentar biomasa sin oxígeno. Este biochar actúa como soporte microbiano en los reactores y como filtro activo para capturar nitrógeno residual que no se elimina naturalmente. Lo más interesante es que el biochar se produce del mismo cochayuyo, cerrando así un ciclo virtuoso de valorización de residuos. Además, el equipo investiga cómo mejorar su capacidad de adsorción utilizando materiales industriales de desecho como la bischofita y el polvo de acero.

El plan de investigación contempla evaluar en laboratorio diversas mezclas de residuos, analizar su estabilidad en el tiempo y probar la reutilización del biochar como fertilizante. Si el proceso resulta exitoso, abriría la puerta a sistemas descentralizados de producción de energía en territorios rurales, reduciendo la huella ambiental de sectores como la industria porcina y algal, y transformando un pasivo en un activo energético.

Para Pagés, el objetivo es ambicioso pero claro: demostrar que los residuos pueden ir mucho más allá de dejar de contaminar. La idea es que se transformen en vectores energéticos útiles, en herramientas para la sostenibilidad real. “Si logramos eso, habremos recuperado un potencial que hoy se pierde”, afirma.

Las mujeres rurales sostienen los sistemas alimentarios pero siguen fuera del centro de las decisiones

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) acaba de lanzar un informe que arroja luces; y muchas alertas, sobre el rol de las mujeres en los sistemas agroalimentarios de América Latina y el Caribe. Bajo el título La situación de las mujeres en los sistemas agroalimentarios, esta edición regional actualiza el análisis global presentado en 2023 y revela una constante: aunque las mujeres son esenciales para el funcionamiento del mundo rural, siguen relegadas del acceso igualitario a los recursos, las decisiones y los beneficios.

Según el reporte, las mujeres representan un 36 % de la fuerza laboral en el sector agroalimentario de la región. Pero más de dos tercios de ellas están concentradas en tareas no agrícolas, como el procesamiento de alimentos, la venta y comercialización, mientras que su presencia en rubros mejor remunerados, como el transporte, es casi marginal. En otras palabras, hacen funcionar la cadena alimentaria, pero se mantienen lejos de sus eslabones más rentables.

Un dato contundente que recoge el informe es que la inseguridad alimentaria golpea más a las mujeres que a los hombres. En 2022, la brecha de género en el acceso a una alimentación suficiente alcanzó los 9,1 puntos porcentuales. La pandemia no solo agudizó estas diferencias, sino que dejó al descubierto la fragilidad de un sistema que recarga a las mujeres con labores no remuneradas de cuidado y del hogar, dificultando su acceso a empleos estables o capacitaciones productivas.

Las cifras revelan que el 55 % de quienes trabajan en manufactura de alimentos y el 52 % en comercio dentro del sector agroalimentario son mujeres. Sin embargo, esta alta participación no se refleja en una mejora real de su acceso a tierras, agua, financiamiento o tecnologías. La desigualdad estructural también se evidencia en la baja representación femenina en la toma de decisiones, tanto en organizaciones campesinas como en la formulación de políticas públicas.

Paradójicamente, América Latina y el Caribe es la única región del mundo donde ha aumentado la participación de mujeres en la agricultura en los últimos 20 años. Pero ese crecimiento no se ha traducido en un mayor poder económico ni en mejores condiciones laborales. La mayoría de las mujeres rurales sigue enfrentando trabajos temporales, a tiempo parcial o en condiciones de informalidad.

Maya Takagi, Líder del Programa Regional de la FAO, fue clara durante el lanzamiento del documento: “Necesitamos políticas públicas transformadoras que reconozcan los múltiples roles de las mujeres rurales, desde la producción y el comercio hasta el cuidado. No se trata de integrar a las mujeres en un sistema desigual, sino de transformar ese sistema desde sus cimientos”.

Una de las grandes preocupaciones del informe es la falta de voluntad política reflejada en las normativas vigentes. Solo el 26 % de las políticas agrarias analizadas en la región incluye la igualdad de género como un objetivo explícito, y menos del 15 % aborda temas clave como normas sociales discriminatorias, el cambio climático o la resiliencia. Aun así, hay un punto de optimismo: América Latina y el Caribe ha liderado la integración del enfoque de género en las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (CDN), lo que podría marcar un punto de inflexión para avanzar hacia políticas más justas e inclusivas.

Entre las recomendaciones, el informe propone reformas legales que garanticen la propiedad conjunta de tierras, el diseño de programas con enfoque de género transformador, el acceso equitativo a tecnologías, servicios financieros y capacitación, y el fortalecimiento de la acción colectiva como herramienta para ampliar el poder de negociación de las mujeres frente a crisis y desafíos estructurales.

El informe de la FAO no solo evidencia la invisibilidad de las mujeres rurales en los datos y decisiones, sino que también posiciona su empoderamiento como una condición clave para alcanzar la seguridad alimentaria, el desarrollo sostenible y la justicia social en toda la región. Mientras ellas sigan siendo una mayoría sin voz ni propiedad, los sistemas agroalimentarios seguirán operando en desequilibrio.

Drenaje ácido natural desafía ideas sobre pureza del agua en Chile central

Una reciente investigación del Departamento de Geología de la Universidad de Chile, publicada en Journal of Hydrology, arroja luz sobre la calidad del agua en la alta cordillera del centro de Chile, un espacio crucial para la gestión futura de los recursos hídricos. Liderada por el Dr. Matías Taucare, la investigación desafía la creencia común de que las aguas de montaña son siempre puras y sin contaminantes.

El foco del estudio es el fenómeno del “drenaje ácido”, conocido principalmente por su vínculo con la contaminación minera, debido a la infiltración de fluidos desde tranques de relave. Sin embargo, el equipo de Taucare explica que en la Cordillera de los Andes el drenaje ácido también puede ser natural, resultado de la interacción entre el agua y los sistemas metalogénicos presentes en las rocas de la zona. Para analizar este fenómeno en un entorno libre de actividad humana, los investigadores se trasladaron hasta el valle El Arpa, en la alta montaña de la región de Valparaíso, sobre los 2.800 metros sobre el nivel del mar.

Tras un riguroso trabajo de muestreo y análisis en laboratorio, se detectaron altas concentraciones de hierro y manganeso en las aguas recolectadas, lo que pone en entredicho la idea de que estos caudales son inmaculados. “Este estudio demuestra que las aguas de montaña no son tan puras como se cree”, señala el Dr. Taucare. Además, el equipo pudo cuantificar que aproximadamente el 51% de la nieve caída en estas alturas contribuye a la recarga de los acuíferos subterráneos, un dato vital para entender cómo se renuevan estos recursos.

La importancia de este diagnóstico radica en que el agua, al circular por las rocas, actúa como agente oxidante y puede lixiviar minerales que, en bajas concentraciones, resultan inocuos, pero en niveles elevados, pueden ser tóxicos para la salud humana. En zonas mineras del norte de Chile, por ejemplo, se han detectado niveles peligrosos de arsénico, un elemento que puede filtrarse en el agua. Estos hallazgos refuerzan la necesidad de proteger la alta cordillera como un área estratégica para la conservación y renovación de las fuentes hídricas.

La distinción entre drenaje ácido natural y minero es fundamental, ya que cada uno presenta una composición química distinta. Mientras el drenaje ácido minero está marcado por metales pesados como plomo, arsénico y cadmio, el natural se caracteriza principalmente por hierro, manganeso y aluminio. En el contexto del cambio climático, esta diferenciación cobra aún más relevancia. Según el Dr. Taucare, la disminución de precipitaciones producto del calentamiento global podría concentrar estos elementos tóxicos en el agua, aumentando los riesgos ambientales y sanitarios. Su colega, el Dr. James McPhee, resalta que entender la interacción entre nieve, hielo y roca en el subsuelo es un desafío pendiente que esta investigación comienza a abordar, abriendo la puerta a futuros estudios interdisciplinarios.

Este trabajo requirió una compleja combinación de análisis satelitales, isotópicos e hidrogeoquímicos, realizados en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España y el Departamento de Geología de la Universidad de Chile, reflejando la naturaleza global y multidisciplinaria del estudio.

El Dr. Matías Taucare es un investigador con una trayectoria consolidada en hidrogeología de montaña. Su trabajo doctoral ya demostró la conexión hidráulica entre la alta cordillera y los acuíferos del valle central chileno. Actualmente, continúa explorando los procesos de recarga hídrica en las montañas y advierte sobre el estado crítico de los acuíferos de la zona central, un llamado urgente para la protección y manejo sostenible del recurso más vital del país.

Pichilemu se convierte en epicentro científico para enfrentar el cambio climático

Pichilemu, la emblemática ciudad costera de la región de O’Higgins, reconocida mundialmente por su oleaje ideal para el surf en playas como “El Infiernillo” y Punta de Lobos, se ha convertido en un punto estratégico para el monitoreo científico del cambio climático en Chile. La amenaza del aumento del nivel del mar, las variaciones en el oleaje y el calentamiento de la temperatura marina han impulsado a un grupo de investigadores del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2), en colaboración con el Parque Punta de Lobos y la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA), a establecer un sistema de medición de gases de efecto invernadero (GEI) a largo plazo en esta zona clave del océano Pacífico.

Rodrigo Seguel, investigador del CR2 y académico de la Universidad de Chile, destaca que esta iniciativa busca generar datos que permitan evaluar la efectividad de las políticas ambientales y apoyar estrategias de mitigación en un contexto donde Chile continental carecía de un sitio de observación permanente. A nivel regional, solo existen tres puntos similares: en Ushuaia (Argentina), Natal (Brasil) y Rapa Nui, todos con más de una década de mediciones que han sido fundamentales para comprender fenómenos como la quema de biomasa y el transporte de contaminantes a gran escala. Incorporar a Punta de Lobos en esta red coloca a Chile en una posición relevante dentro de la vigilancia global del clima.

El lugar fue escogido no solo por su importancia ambiental y geográfica, sino también por condiciones atmosféricas que garantizan la calidad de las muestras. Las mediciones se toman preferentemente cuando el viento proviene directamente del océano, lo que asegura un aire limpio y libre de contaminación urbana o industrial, condición esencial para obtener datos precisos sobre los gases que inciden en el calentamiento global.

El proyecto contempla capacitar al personal del Parque Punta de Lobos para realizar tomas de muestras manuales y automáticas, bajo una logística coordinada entre el Parque, CR2 y NOAA. Los frascos con las muestras de aire se envían al Laboratorio de Monitoreo Global en Boulder, Colorado, para su análisis detallado, garantizando un flujo constante y riguroso de información.

Patricio Mekis, director ejecutivo del Parque Punta de Lobos, resalta que este convenio no solo amplía la investigación científica en la zona, sino que también demuestra que el parque mantiene una calidad ambiental excepcional, especialmente en cuanto a la pureza del aire. Esta calidad, afirma, contribuye a un mejor bienestar para la comunidad regional y posiciona a Pichilemu como un ejemplo de conservación y vida sana en armonía con el entorno natural.

Más allá del monitoreo, la iniciativa busca generar conciencia sobre la importancia de proteger la calidad del aire y los ecosistemas marinos, promoviendo actividades educativas como seminarios y talleres dirigidos a los funcionarios del parque y la comunidad, con un enfoque interdisciplinario que fortalezca la conexión entre ciencia, gestión ambiental y sociedad.

En un contexto global donde los efectos del cambio climático golpean con fuerza las zonas costeras, el trabajo en Punta de Lobos no solo aporta datos clave para la política ambiental chilena, sino que también subraya el compromiso del país con la acción climática internacional, reafirmando el valor de sus espacios naturales como centros de investigación y preservación.

La ganadería ancestral que desafía la crisis climática desde los Andes

En lo alto del altiplano andino, donde la vida se abre paso entre la falta de infraestructura, la escasez de agua y los efectos extremos del clima, la crianza de camélidos; llamas, alpacas, vicuñas y guanacos, sigue siendo mucho más que una actividad económica. Es una forma de resistir, de vivir y de preservar una cultura que ha perdurado por siglos.

Diego Fabián, criador argentino, lo tiene claro: “Mi padre y mi abuelo me enseñaron a respetar la naturaleza y a cuidar de los animales como parte de nuestra cultura”. En su familia, como en tantas otras en la región andina, la ganadería camélida no es una opción: es un legado ancestral que atraviesa generaciones. Y es también una forma de defender un modo de vida que el cambio climático pone a prueba cada día.

Desde las zonas australes de Chile y Argentina hasta las mesetas de Bolivia, Perú y Ecuador, la cría de camélidos forma parte esencial del tejido social y ambiental de los pueblos altoandinos. No solo provee carne, lana y transporte; también sostiene una relación simbiótica con los ecosistemas donde estos animales han evolucionado. Son especies adaptadas a la altitud, a los suelos pobres y a las temperaturas extremas, y por eso mismo, se han vuelto claves para la resiliencia rural en contextos de crisis climática.

Conrado Blanco Mamani, criador chileno de 65 años, resume esa conexión con claridad: “La ganadería camélida no solo nos alimenta, sino que también es esencial para proteger el medio ambiente”. Su mirada va más allá del oficio: criar camélidos es una forma de custodiar un equilibrio natural entre el ser humano y su entorno.

Pero ese equilibrio está bajo amenaza. En Perú, Inés Flores, una de las más de 92 mil alpaqueras del país, enfrenta las consecuencias del cambio climático: sequías cada vez más largas, heladas más frecuentes y una reducción sostenida en la producción. “A veces sentimos que no podemos seguir, pero es nuestra forma de vida”, dice, mientras lidera el pastoreo junto a su familia. Su historia se repite en distintos rincones de la cordillera, donde mujeres y hombres resisten con prácticas tradicionales, pero también buscan adaptarse con nuevas tecnologías.

Los bofedales, humedales de altura esenciales para la alimentación y supervivencia de los camélidos, están colapsando por el avance del calentamiento global y por el uso insostenible del territorio. Estos ecosistemas, que filtran agua y permiten el crecimiento de pastos ricos en nutrientes, son el corazón verde del altiplano. Cuando se degradan, no solo desaparecen fuentes de alimento, también desaparece la base que sostiene la vida comunitaria.

En Bolivia, Roberta Rivera también se enfrenta a estas transformaciones. Las lluvias impredecibles, las sequías y los fríos extremos han hecho que criar llamas sea cada vez más difícil. Aun así, no se rinde. “Tenemos que ser resilientes, aprender nuevas tecnologías, pero nunca perder nuestras raíces”, afirma. La combinación entre saberes ancestrales y nuevas herramientas se vuelve clave para enfrentar lo que viene.

En Argentina, Diego ha comenzado a diversificar su producción combinando la crianza de camélidos con la siembra de quinua y papas. La agricultura sostenible no solo le permite reducir su dependencia de los animales, también protege el suelo y ayuda a mantener el ciclo de nutrientes necesario para que los pastos crezcan. Su estrategia refleja una transición silenciosa, pero poderosa: adaptarse sin traicionar la herencia.

La ganadería camélida no es solo una actividad rural. Es un bastión frente a la crisis climática, una práctica cultural milenaria, y un sistema de supervivencia en los paisajes más extremos del continente. Cuidar de estos animales es cuidar de la historia, del medio ambiente y de un futuro posible en las alturas.

Rapa Nui secuencia su biodiversidad estudiantes isleños exploran el ADN de sus especies nativas

Entre el 28 y el 30 de abril, una expedición científica encabezada por la Universidad de Chile llegó a Rapa Nui con una doble misión: secuenciar por primera vez el ADN de dos especies endémicas; el ave Petrel de Henderson (Pterodroma atrata) y el caracol marino Pure (Monetaria caputdraconis), y acercar la ciencia genómica a estudiantes de la isla. La actividad, parte del Proyecto 1000 Genomas, representa un avance significativo tanto en el estudio de la biodiversidad chilena como en la democratización del conocimiento científico.

El objetivo principal de la secuenciación es entender la diversidad genética de estas especies únicas, evaluar cómo se han adaptado a su ecosistema insular y detectar posibles amenazas a su supervivencia. Esta información es esencial para el diseño de estrategias de conservación efectivas, especialmente en un contexto de creciente presión ambiental por el cambio climático y la actividad humana.

Pero el valor de esta misión no se limita al ámbito académico. Para Miguel Allende, director del Instituto Milenio Centro de Regulación del Genoma (IM-CRG), esta expedición es también un hito educativo: por primera vez, jóvenes rapanui de tercero y cuarto medio tendrán acceso directo a tecnologías de secuenciación de ADN en tiempo real, participando activamente en un proceso científico de alto nivel. “Es una manera poderosa de despertar vocaciones, fortalecer el vínculo entre identidad y ciencia, y que la propia comunidad se convierta en protagonista de la conservación de su entorno”, aseguró el académico.

La delegación que desarrolla el trabajo en terreno está compuesta por investigadores, autoridades gubernamentales y científicas como Juliana Vianna, de la Pontificia Universidad Católica, y Héctor Ramírez, del Centro de Modelamiento Matemático. También viajó el subsecretario de Ciencia, Cristian Cuevas, quien destacó la colaboración interdisciplinaria y la integración comunitaria de la iniciativa. “Necesitamos datos y evidencia para avanzar hacia un desarrollo sostenible. Este es un ejemplo concreto de cómo la ciencia puede generar impacto real en los territorios”, afirmó.

Uno de los hitos de la visita es el “Taller de Biodiversidad en Ambientes Extremos”, organizado por el IM-CRG y la Iniciativa 1000 Genomas, con el respaldo de Oxford Nanopore y Congreso Futuro. La actividad permitirá a estudiantes manipular tecnología de vanguardia y explorar directamente el genoma de especies que forman parte de su patrimonio biológico. Como cierre, el 30 de abril se celebrará una feria científica en el Marae de Hanga Piko, abierta a la comunidad, con actividades interactivas, exposiciones fotográficas y espacios de diálogo con investigadores.

El Proyecto 1000 Genomas, impulsado por el IM-CRG y respaldado por nueve universidades del país, busca secuenciar la biodiversidad chilena en un esfuerzo conjunto por generar conocimiento de frontera y formar capital humano en áreas estratégicas. Esta labor científica, particularmente significativa en zonas remotas como Rapa Nui, busca no solo documentar la riqueza biológica nacional, sino también involucrar a las comunidades en su resguardo, promoviendo una ciencia más inclusiva y conectada con el territorio.

Muerte de un puma en Torres del Paine activa investigación en Chile

El Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) de Chile confirmó que se encuentra en plena investigación tras el hallazgo de un puma muerto en las cercanías del Parque Nacional Torres del Paine. La denuncia, recibida junto a Carabineros, activó inmediatamente el protocolo de investigación técnica ordenado por la Fiscalía. Desde el inicio, el SAG ha trabajado en estrecha colaboración con las autoridades pertinentes, recopilando todos los antecedentes necesarios para esclarecer las circunstancias de este hecho que ha conmocionado a la comunidad local y a organizaciones de conservación.

El equipo médico veterinario del SAG realizó la necropsia al ejemplar, un procedimiento clave para determinar las causas de la muerte. El informe final, que integra todos los resultados técnicos obtenidos, será entregado este lunes a la Fiscalía como parte del proceso judicial. Mientras el análisis sigue en curso, el Servicio ha optado por no revelar detalles específicos del examen para resguardar el debido proceso y evitar entorpecer la investigación.

José Guajardo Reyes, Director Nacional del SAG, afirmó que se ha instruido máxima colaboración con la Fiscalía y que la institución actúa con total rigurosidad técnica. “Nuestro compromiso con la protección de la fauna silvestre es absoluto. Esperamos que la investigación permita aclarar este lamentable hecho”, sostuvo. El puma, especie emblemática de la fauna sudamericana, se encuentra protegida por la Ley de Caza en Chile, que sanciona con severidad cualquier daño contra ejemplares de fauna silvestre.

La muerte de un puma en un área cercana a Torres del Paine, uno de los parques nacionales más visitados del país y reconocido mundialmente por su biodiversidad, ha despertado preocupación entre ambientalistas y expertos. El puma no solo cumple un rol esencial en el equilibrio del ecosistema, sino que también constituye un símbolo de la fauna nativa de la Patagonia chilena.puma, Torres del Paine, SAG, fauna silvestre, investigación judicial

El SAG aprovechó la ocasión para recordar a la ciudadanía la importancia de denunciar cualquier acto que infrinja la Ley 19.473, que protege a la fauna silvestre. Asimismo, reiteró su compromiso de informar de manera transparente una vez que la investigación avance, reforzando su responsabilidad en la conservación de especies protegidas.

Chile alberga una de las poblaciones de pumas más australes del mundo, especialmente en la región de Magallanes. El monitoreo y la protección de esta especie se han vuelto cada vez más relevantes frente al aumento de conflictos entre fauna silvestre y actividades humanas, como el turismo y la ganadería. Cada incidente como este pone en evidencia la necesidad de fortalecer las medidas de protección y de educación ambiental en zonas de alta biodiversidad.