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Datos, realidad virtual y prevención en la nueva era alimentaria

La seguridad alimentaria ya no es solo un tema de higiene en la cocina: es una cuestión de salud pública, desarrollo y ciencia aplicada. En el marco del Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos, más de 650 personas de distintos rincones de América Latina y el Caribe se conectaron al webinario regional Ciencia en Acción, una iniciativa destinada a socializar experiencias, avances tecnológicos y desafíos urgentes en torno a la inocuidad de los alimentos, entendida como un eje central en la salud de millones.

El evento reunió a representantes de gobiernos, entidades científicas, organismos internacionales y actores privados de países como Brasil, Chile, Guatemala, México y República Dominicana. La sesión fue inaugurada por figuras clave del sistema agroalimentario regional: Máximo Torero de la FAO, Ottorino Cosivi de la OPS, Leonardo Veiga del CCLAC, José Urdaz del IICA y Raúl Rodas del OIRSA, entre otros. Su presencia marcó el tono técnico y político del encuentro: sin ciencia, no hay decisiones informadas; sin inocuidad, no hay alimentación segura.

Entre los casos destacados estuvo el uso de Inteligencia Artificial y simulación virtual desarrollada por OIRSA, una tecnología que utiliza realidad aumentada para capacitar inspectores sanitarios y anticipar amenazas. Desde Chile, la Agencia Chilena para la Inocuidad y Calidad Alimentaria (ACHIPIA) expuso sus avances desde las ciencias sociales, apostando por instalar una “cultura de la inocuidad” que atraviese toda la cadena alimentaria, desde la producción hasta el consumo. Brasil, por su parte, mostró cómo el intercambio de datos científicos puede alimentar los estándares internacionales del Codex Alimentarius, una herramienta clave del sistema normativo alimentario global.

El cierre del evento contó con una mesa redonda que cruzó perspectivas de gobiernos y empresas privadas sobre cómo usar datos científicos para fortalecer la toma de decisiones. Lejos de la teoría, el mensaje fue claro: la ciencia debe estar en el centro de las políticas alimentarias si se quiere prevenir enfermedades, garantizar el derecho a una alimentación segura y evitar miles de muertes evitables.

Y es que los datos son alarmantes. Según la OMS, cada año 600 millones de personas —una de cada diez— enferman por ingerir alimentos contaminados. En América Latina, esta cifra alcanza los 77 millones de casos, con 31 millones de niños y niñas afectados, y cerca de 9 mil muertes anuales. En este contexto, la inocuidad no es una opción: es parte inseparable de la seguridad alimentaria y del derecho humano a una vida saludable.

Este 2025, bajo el lema Ciencia en Acción, Naciones Unidas busca reforzar el rol de las distintas disciplinas —desde la microbiología hasta la ciencia de datos y las tecnologías inmersivas— en la construcción de sistemas alimentarios más seguros, resilientes y basados en evidencia. Porque comer no debería ser un riesgo.

Las mujeres rurales sostienen los sistemas alimentarios pero siguen fuera del centro de las decisiones

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) acaba de lanzar un informe que arroja luces; y muchas alertas, sobre el rol de las mujeres en los sistemas agroalimentarios de América Latina y el Caribe. Bajo el título La situación de las mujeres en los sistemas agroalimentarios, esta edición regional actualiza el análisis global presentado en 2023 y revela una constante: aunque las mujeres son esenciales para el funcionamiento del mundo rural, siguen relegadas del acceso igualitario a los recursos, las decisiones y los beneficios.

Según el reporte, las mujeres representan un 36 % de la fuerza laboral en el sector agroalimentario de la región. Pero más de dos tercios de ellas están concentradas en tareas no agrícolas, como el procesamiento de alimentos, la venta y comercialización, mientras que su presencia en rubros mejor remunerados, como el transporte, es casi marginal. En otras palabras, hacen funcionar la cadena alimentaria, pero se mantienen lejos de sus eslabones más rentables.

Un dato contundente que recoge el informe es que la inseguridad alimentaria golpea más a las mujeres que a los hombres. En 2022, la brecha de género en el acceso a una alimentación suficiente alcanzó los 9,1 puntos porcentuales. La pandemia no solo agudizó estas diferencias, sino que dejó al descubierto la fragilidad de un sistema que recarga a las mujeres con labores no remuneradas de cuidado y del hogar, dificultando su acceso a empleos estables o capacitaciones productivas.

Las cifras revelan que el 55 % de quienes trabajan en manufactura de alimentos y el 52 % en comercio dentro del sector agroalimentario son mujeres. Sin embargo, esta alta participación no se refleja en una mejora real de su acceso a tierras, agua, financiamiento o tecnologías. La desigualdad estructural también se evidencia en la baja representación femenina en la toma de decisiones, tanto en organizaciones campesinas como en la formulación de políticas públicas.

Paradójicamente, América Latina y el Caribe es la única región del mundo donde ha aumentado la participación de mujeres en la agricultura en los últimos 20 años. Pero ese crecimiento no se ha traducido en un mayor poder económico ni en mejores condiciones laborales. La mayoría de las mujeres rurales sigue enfrentando trabajos temporales, a tiempo parcial o en condiciones de informalidad.

Maya Takagi, Líder del Programa Regional de la FAO, fue clara durante el lanzamiento del documento: “Necesitamos políticas públicas transformadoras que reconozcan los múltiples roles de las mujeres rurales, desde la producción y el comercio hasta el cuidado. No se trata de integrar a las mujeres en un sistema desigual, sino de transformar ese sistema desde sus cimientos”.

Una de las grandes preocupaciones del informe es la falta de voluntad política reflejada en las normativas vigentes. Solo el 26 % de las políticas agrarias analizadas en la región incluye la igualdad de género como un objetivo explícito, y menos del 15 % aborda temas clave como normas sociales discriminatorias, el cambio climático o la resiliencia. Aun así, hay un punto de optimismo: América Latina y el Caribe ha liderado la integración del enfoque de género en las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (CDN), lo que podría marcar un punto de inflexión para avanzar hacia políticas más justas e inclusivas.

Entre las recomendaciones, el informe propone reformas legales que garanticen la propiedad conjunta de tierras, el diseño de programas con enfoque de género transformador, el acceso equitativo a tecnologías, servicios financieros y capacitación, y el fortalecimiento de la acción colectiva como herramienta para ampliar el poder de negociación de las mujeres frente a crisis y desafíos estructurales.

El informe de la FAO no solo evidencia la invisibilidad de las mujeres rurales en los datos y decisiones, sino que también posiciona su empoderamiento como una condición clave para alcanzar la seguridad alimentaria, el desarrollo sostenible y la justicia social en toda la región. Mientras ellas sigan siendo una mayoría sin voz ni propiedad, los sistemas agroalimentarios seguirán operando en desequilibrio.

Lanzan herramienta global para restaurar ecosistemas con apoyo de pueblos indígenas

En el marco del Día Internacional de la Madre Tierra, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) presentó en Roma una nueva iniciativa destinada a revolucionar el monitoreo de la restauración de ecosistemas a nivel mundial. Se trata de AIM4NatuRe (Acelerando el Monitoreo Innovador de Restauración de la Naturaleza), un ambicioso proyecto respaldado por el Reino Unido con una inversión de siete millones de libras esterlinas, que busca traducir los compromisos globales de restauración ecológica en resultados tangibles y duraderos.

La propuesta parte de una constatación alarmante: más del 80 % de los países carecen de capacidades técnicas para recopilar datos sobre restauración ambiental, según una encuesta reciente del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB). En respuesta, la FAO asume el liderazgo para implementar soluciones tecnológicas que permitan monitorear de manera precisa los avances en la restauración de ecosistemas, en línea con la Meta 2 del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, que busca restaurar al menos el 30 % de los ecosistemas degradados para 2030.

Uno de los pilares del programa es el enfoque biocéntrico, que prioriza el bienestar de todos los seres vivos, y que se implementará con especial énfasis en la cosmovisión de los pueblos indígenas. Proyectos piloto ya están en marcha en Perú y Brasil. En el primero, se desarrollan acciones conjuntas con el Gobierno en el Corredor Andino Sur, que abarca Cusco, Apurímac y Arequipa. En el segundo, se trabaja con el pueblo Xukuru en el bioma de la Caatinga y se planea extender el alcance a otros territorios indígenas restituidos, en coordinación con el Ministerio de Pueblos Indígenas.

Para QU Dongyu, Director General de la FAO, esta herramienta transformará el modo en que los países abordan la restauración ecológica, aportando soluciones técnicas, conocimientos especializados y datos verificables que permitan medir la efectividad real de sus acciones. La ministra británica de Clima, Kerry McCarthy, destacó que AIM4NatuRe amplía el alcance de AIM4Forests; una iniciativa previa enfocada en bosques, y reafirma el compromiso del Reino Unido con la protección del medioambiente y el empoderamiento de las comunidades que lo custodian.

Además de generar una base de datos global, la FAO busca garantizar la interoperabilidad de los sistemas de información y la estandarización de formatos, lo que permitirá a los países compartir y comparar sus progresos con mayor transparencia. Asimismo, se publicarán documentos técnicos y marcos metodológicos para guiar a los gobiernos en la recolección y uso de datos sobre restauración.

La iniciativa también fue presentada en la reciente reanudación de la COP16 del CDB en Roma, donde se reiteró la urgencia de avanzar hacia metas ambientales ambiciosas con respaldo tecnológico y participación comunitaria. AIM4NatuRe representa un paso clave para convertir las promesas en acciones concretas y sostenidas, con un enfoque que combina ciencia, inclusión y justicia ecológica.

FAO alerta sobre crisis alimentaria en Haití y pide ayuda urgente

Esta semana, líderes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) visitaron Haití para evaluar la grave crisis alimentaria que afecta al país y fortalecer la cooperación internacional. Rein Paulsen,Director de la Oficina de Emergencias y Resiliencia de la FAO, y Adoniram Sanches, Coordinador Subregional de FAO en Mesoamérica, se reunieron con autoridades haitianas y representantes de la comunidad internacional para buscar soluciones urgentes.

La violencia y el desplazamiento forzado han generado una crisis humanitaria sin precedentes en Haití, dejando a millones de personas al borde de la hambruna. La producción agrícola se ha visto severamente afectada, y los mercados locales están colapsando. La FAO estima que cerca de cinco millones de haitianos padecen inseguridad alimentaria aguda,y más de 125.000 niños sufren desnutrición severa.

Ante esta alarmante situación, la FAO hace un llamado a la comunidad internacional para destinar 48 millones de dólares al Plan de Respuesta Humanitaria 2024, con el objetivo de asistir a más de 600.000 personas a través de programas agrícolas de emergencia. Estos fondos serán utilizados para proporcionar semillas, herramientas, capacitación y asistencia técnica a los agricultores, así como para fortalecer los sistemas de producción de alimentos locales.

“La producción local de alimentos es la clave para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional en Haití”, afirmó Rein Paulsen. “La FAO está comprometida a apoyar a los agricultores haitianos para que puedan producir los alimentos que necesitan para sobrevivir y recuperarse de esta crisis”.

Durante su visita, los representantes de la FAO realizaron una visita de campo a la región de Grand’Anse para evaluar el impacto de las iniciativas de emergencia implementadas por la agencia. Los resultados preliminares muestran que la inversión en agricultura es una estrategia eficaz para mejorar la resiliencia de las comunidades y reducir la dependencia de la ayuda alimentaria.

Sin embargo, la falta de financiamiento sigue siendo un obstáculo importante para ampliar las intervenciones de la FAO.La agencia advierte que si no se actúa con urgencia, las consecuencias de esta crisis alimentaria serán devastadoras para millones de haitianos.

FAO y MERCOSUR reafirman compromiso con la agricultura familiar en su 20 aniversario

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) renovaron su compromiso con el fortalecimiento de la agricultura familiar durante la reciente celebración de la Reunión Especializada de Agricultura Familiar del MERCOSUR (REAF/MERCOSUR). Este evento, que marcó las dos primeras décadas de existencia de la REAF, tuvo lugar en Paraguay y contó con la participación de autoridades gubernamentales, agricultores familiares y representantes de diversas organizaciones del sector.

El presidente de Paraguay, Santiago Peña, resaltó la importancia de compartir experiencias y adaptar las políticas a las realidades de cada país, evitando soluciones únicas. Por su parte, el Representante de la FAO en Paraguay, Ivan León, destacó el papel central de la agricultura familiar en garantizar la seguridad alimentaria y nutricional, y llamó a los países a seguir trabajando en la implementación del Decenio de las Naciones Unidas para la Agricultura Familiar.

Representantes de Brasil y Uruguay también subrayaron la relevancia de la REAF para la formulación de políticas públicas inclusivas y basadas en la evidencia. Brasil destacó la importancia de celebrar los 20 años de un proceso de construcción colectiva, mientras que Uruguay resaltó el lanzamiento de su Plan Nacional de Agricultura Familiar, un documento elaborado con la participación de diversos actores y alineado con las recomendaciones de la REAF/MERCOSUR.

La REAF/MERCOSUR se consolida como un espacio fundamental para el intercambio de conocimientos y la construcción de políticas públicas que promuevan el desarrollo sostenible de la agricultura familiar en la región, abordando desafíos como el cambio climático, la desigualdad y la protección del medio ambiente.

La agricultura familiar, como pilar fundamental de la seguridad alimentaria y el desarrollo rural en América Latina, continúa siendo una prioridad para los gobiernos de la región y organismos internacionales como la FAO. A través de iniciativas como la REAF/MERCOSUR, se busca garantizar un futuro más sostenible y equitativo para millones de familias rurales.

Foro Mano de la Mano exhibe grandes oportunidades de inversión en América Latina y el Caribe

La segunda edición del Foro de Inversión Mano de la Mano concluyó de manera exitosa con la activa participación de 10 países de la región y una iniciativa regional. Este evento, que se llevó a cabo del 17 a 20 de octubre durante el Foro Mundial de la Alimentación en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Roma, se enfocó en promover el desarrollo económico para la transformación sostenible de sistemas agroalimentarios en varias regiones del mundo.  

“La Iniciativa Mano de la Mano es un proceso liderado y conducido por los países, y la FAO aporta apoyo técnico especializado, a través de su avanzada Plataforma Geoespacial que puede ayudar a identificar áreas con potencial agrícola poco aprovechado y un alto impacto socioeconómico”, declaró el Director General de la FAO, QU Dongyu. 

En la sesión de apertura, Máximo Torero, el Economista Jefe de la FAO, destacó que “en esta increíble reunión buscamos unir a todos los diferentes actores que nos ayudarán en la transformación y transición de los sistemas agroalimentarios necesarios para alcanzar el objetivo de erradicar el hambre y, al mismo tiempo, promover la sustentabilidad”.

La representación de América Latina y el Caribe en el evento fue sólida. Líderes gubernamentales de Colombia, Ecuador,Perú, Paraguay, Nicaragua, Republica Dominicana, Guatemala, El Salvador, Honduras y Haití, incluyendo ministros, viceministros y altos funcionarios, se reunieron en una muestra de colaboración regional sin precedentes. Durante el foro, presentaron sus notas de inversión a empresarios, inversores, donantes, instituciones financieras y fundaciones.  

Los proyectos expuestos resaltaron las prioridades específicas de cada país y las cadenas de valor estratégicas, tales como el cacao, el café, el aguacate, los frijoles, los productos lácteos, entre otros. El resultado fue un total de propuestas de inversión que superan a los 600 millones de dólares, un reflejo del compromiso conjunto de la región para impulsar el desarrollo y el crecimiento sostenible.  

Entre las presentaciones, sobresalió la de la Iniciativa Regional del Corredor Seco y Zonas Áridas, que participó en el foro por segunda vez, reafirmando su compromiso de fortalecer la resiliencia entre más de 11.521 millones de habitantes de comunidades rurales en la zona. La iniciativa, que originalmente se centraba en intervenciones en Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua, se ha extendido a Belice, Costa Rica, Panamá y la República Dominicana. Sus cinco notas de inversión sumaron 311 millones de dólares a las propuestas de inversión. 

Además de brindar a los países miembros de la iniciativa Mano de la Mano una plataforma para presentar sus oportunidades de inversión en el sector agroalimentario, el foro también fue un espacio vital para el intercambio de conocimientos y la forja de alianzas estratégicas. A lo largo de tres mesas redondas con bancos de desarrollo, donantes y fundaciones, y más de 120 reuniones bilaterales entre naciones y potenciales inversores, se crearon vínculos para impulsar el desarrollo sostenible y fortalecer la cooperación.  

El Foro de Inversión Mano de la Mano sigue consolidándose como un pilar esencial para acelerar la transformación de los sistemas agroalimentarios. Su misión es clara: impulsar la inversión sostenible, el desarrollo económico y la reducción de la pobreza en la región. Este evento se alinea con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), contribuyendo para un futuro más próspero para los países, las comunidades locales y la sociedad en su conjunto. 

FAO lanza nuevo programa de capacitación y alianzas con la academia para América Latina y el Caribe

El Subdirector General y Representante Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para América Latina y el Caribe, Mario Lubetkin, presentó el nuevo programa de capacitación para la región, denominado FAO Campus. En la presentación, realizada en el marco de la Asamblea Regional de Jóvenes del Foro Mundial de la Alimentación que tiene lugar en Roma, Lubetkin resaltó que el objetivo del nuevo programa es “impulsar la innovación, una activa gestión del conocimiento y una estrecha colaboración con la academia, los centros de investigación, el sector privado y la sociedad civil”.

FAO Campus es una nueva plataforma y un mecanismo de alianzas que busca facilitar el intercambio de expertos y lecciones aprendidas entre múltiples actores de diferentes países y regiones, a partir del desarrollo de capacidades, la generación de evidencia, y la identificación y difusión de buenas prácticas, a través de procesos inclusivos y participativos.

“En la última década, desde la FAO hemos logrado capacitar a más de 260 mil personas en América Latina y el Caribe, y hoy contamos con una oferta de más de 60 cursos virtuales dedicados a la región. Queremos ampliar y profundizar este trabajo”, indicó Lubetkin.

Además, agregó: “la juventud rural cumple un rol fundamental en la misión de conectar los conocimientos tradicionales y ancestrales con la innovación, la digitalización, y nuevas formas de producción sostenible. FAO Campus se propone crear nuevos puentes, y ampliar la escala de nuestras acciones en la región”.

El nuevo programa, que comenzará a implementarse en los próximos meses, pretende dar respuesta a las demandas de capacitación de programas y proyectos de la FAO para atender a las necesidades de los países, además de fortalecer el trabajo en red con las diferentes regiones a partir de cuatro áreas de trabajo:

El área de academia, cuyo objetivo será reforzar la vinculación de la FAO con universidades e institutos de enseñanza e investigación en la región, e impulsar diplomados, maestrías, investigaciones, eventos académicos y pasantías. De esta forma, se busca permitir que temas específicos como la producción sostenible o la acción climática entren con más fuerza en los planes de estudio y las currículas educativas en la región.

En materia de desarrollo de capacidades se buscará garantizar la calidad, sostenibilidad y escalabilidad de los procesos de capacitación en la región, y asegurar que se cumplen los estándares sociales y ambientales.

En tercer lugar, el área de multimedia, para desarrollar campañas masivas y materiales pedagógicos audiovisuales, especialmente pensados para instituciones educativas, ministerios y otros socios.

Y finalmente el área de cursos y talleres, para ampliar la oferta actual de capacitaciones en diferentes modalidades en cuatro idiomas (español, inglés, portugués, francés).

“Se trata de un programa ambicioso, pero absolutamente necesario. Nos hemos propuesto llegar a 1 millón de personas con nuestros cursos y talleres en la región, y superar las 500 acciones de capacitación en la próxima década. También queremos elevar la participación de las mujeres, pueblos indígenas y afrodescendientes, que han demostrado ser verdaderos guardianes de los recursos naturales y de sabiduría y prácticas productivas ancestrales”, señaló Lubetkin.

SAG participa en la Asamblea Plenaria Regional de la Alianza por el Suelo de Latinoamérica y el Caribe

Una importante participación tuvo el Servicio Agrícola y Ganadero, SAG, en la Décima Asamblea Plenaria Regional Alianza por el Suelo de Latinoamérica y el Caribe (ASLAC), que se llevó a cabo en Ciudad de México entre el 19 y el 22 de junio, oportunidad en la cual nuestro Servicio dio a conocer el trabajo que está liderando para la protección de los suelos en nuestro país.

En esta Asamblea se dieron a conocer los resultados del proyecto regional “Apoyo a la cooperación regional para la gestión climática de los ecosistemas agrícolas con énfasis en agua y suelo, además de fortalecer la cooperación entre socios estratégicos y ASLAC.

Durante esta Asamblea Regional el funcionario del SAG, Rodrigo Osorio Hermosilla, coordinador nacional del Programa SIRSD-S y punto focal nacional de la Alianza Mundial por el Suelo (AMS), presentó los principales resultados de la implementación del Primer Piloto de los Doctores de los Suelos en Chile, realizado en abril de este año en la región de Los Lagos, con 23 agricultores/as certificados como Doctores/as de los Suelos.

Rodrigo Osorio señaló que, la implementación de este piloto en nuestro país significa una oportunidad para concientizar en la importancia del suelo (95% de los alimentos se originan en él y presta una multiplicidad de servicios ecosistemicos) y para que los agricultores/as interesados reciban formación básica y práctica sobre el suelo y su manejo sostenible. El valor de esta iniciativa es poder trabajar en estrecha colaboración con los agricultores/as a nivel de campo, con el objetivo común planetario de que nuestros suelos nos proporcionen alimentos saludables para todos y lograr la seguridad alimentaria.

De esta experiencia piloto se esperan extraer lecciones aprendidas y recomendaciones que puedan ser consideradas en el desarrollo de políticas públicas relacionadas con el manejo sostenible del suelo, debido a que este Programa Global es una iniciativa oportuna, innovadora y en línea con las expectativas generales en términos del apoyo del MINAGRI y de la FAO a los agricultores/as en el campo. Se espera que constituya un aporte en la extensión agrícola donde se opera dentro de un sistema de conocimiento más amplio, el triángulo del conocimiento agrícola, que representa la investigación, la extensión y la educación agrícola superior, y la necesidad de crear vínculos entre estas instituciones para promover el aprendizaje y el intercambio y uso del conocimiento en el campo.

 

Colaboración regional son necesarias para enfrentar amenazas y aplacar impactos en la seguridad alimentaria

Un llamado a articular una agenda regional conjunta para enfrentar los riesgos y desastres realizó el Subdirector General y Representante Regional de FAO para América Latina y el Caribe, Mario Lubetkin, durante su participación en la Primera Conferencia Regional sobre Cooperación Sur-Sur, celebrada en la sede de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).  

Durante la sesión sobre Cooperación internacional en la gestión integral de riesgos y desastres, Lubetkin presentó las acciones que la FAO actualmente ejecuta en coordinación con los gobiernos en materia de prevención y respuesta frente a diferentes amenazas climáticas en los sistemas agroalimentarios y aseguró que es necesario fortalecer aún más estos mecanismos.  

El Representante Regional de FAO destacó que la Cooperación Sur-Sur Triangular (CSST) ha sido un importante instrumento para facilitar el intercambio de experiencias, conocimientos, metodologías, innovaciones y recursos en diferentes áreas en América Latina y el Caribe.  Además, permitiendo fortalecer acciones en favor del desarrollo agrícola, la seguridad alimentaria, el desarrollo rural, la reducción de la pobreza y la mejora de la nutrición.  

Datos globales señalan que uno de cada cuatro desastres en el mundo ocurre en América Latina y el Caribe, evidenciando un alta exposición y fragilidad de la región antes estos fenómenos. 

Estudios realizados por la FAO muestran que la agricultura y sus subsectores absorben una gran parte del impacto de los desastres relacionados con el clima: el 26 % de todos los daños y pérdidas causados por desastres de mediana a gran escala en países en desarrollo o de ingresos medios – bajos. Estos estudios también demuestran que cuando se trata de desastres por sequía esta cifra sube al 82 %. 

Todo lo anterior incide de manera directa en la disponibilidad y precios de los alimentos, en el empleo y en otros factores clave para la recuperación de las comunidades afectadas por otras crisis, generando así una confluencia de choques o amenazas naturales, y socioeconómicas a las que, además, se suman otras de índole biológica como la fiebre aviar y enfermedades fitosanitarias. 

Según el Reporte Global de Crisis Alimentarias recientemente publicado, en 2022 el número de personas en situación de inseguridad alimentaria aguda en América Latina y el Caribe alcanzó los 17,8 millones (4,72 millones en Haití). Esta situación, principalmente vinculada a problemas socioeconómicos y desastres asociados al clima, ha llevado a la población regional afectada a tener que tomar medidas extremas, como vender animales, consumir semillas, liquidar la casa o incluso mendigar para comer. 

En su alocución, Lubetkin enfatizó que las sequías, inundaciones, tormentas y plagas han existido desde siempre, pero en los últimos años, está sucediendo con mayor frecuencia e intensidad. La necesidad de adoptar medidas efectivas para mitigar los efectos de estas amenazas en la agricultura es imperante; y la cooperación sur-sur y la cooperación sur-sur y triangular brindan grandes oportunidades de soluciones compartidas más eficientes e innovadoras. 

“Estamos frente a grandes desafíos que requieren una combinación de enfoques que van desde la investigación y la educación hasta la implementación de políticas; y debemos actuar de manera preventiva y colaborativa” señaló.  

En el encuentro participaron múltiples representantes de la región, del Sistema de las Naciones Unidas y de organismos regionales e internacionales, comprometidos en abordar los retos que enfrenta la región en torno a la gestión de riesgos y cómo responder a través de acciones complementarias. 

 El trabajo de la FAO sobre la Cooperación Sur-Sur (CSS) y Cooperación Sur-Sur Triangular (CSST), se remonta a finales del decenio de 1970, fortaleciendo acciones en favor del desarrollo agrícola, la seguridad alimentaria, el desarrollo rural, la reducción de la pobreza y la nutrición. 

A través de la Cooperación Sur-Sur y Cooperación Triangular, la FAO implementó hasta 2021 un total de 137 proyectos en 107 países, con la ejecución hasta el momento de un presupuesto en torno a los 280 millones de USD. Los proyectos de CSST han apoyado la transmisión de conocimientos, el intercambio de conocimientos técnicos, el aprendizaje entre pares y el diálogo sobre las políticas en los planos mundial, regional, nacional y local.     

La resiliencia por encima de todo en el Perú

En septiembre de 1991, Rosalinda Shamayre Elías escuchó explosiones y gritos en su comunidad. 

“¡Terroristas, terroristas!”, gritó.

Su pueblo, los ashaninkas, un grupo de indígenas que ha vivido por miles de años en las selvas lluviosas del Perú y el Brasil, sufrió una emboscada por parte del antiguo grupo terrorista denominado Sendero Luminoso.

Esa noche una granada fue lanzada a la casa de Rosalinda, que logró huir con sus tres hijos y se refugió en el bosque de Mazamari por cuatro meses.

Rosa —como la llaman cariñosamente— y Héctor Luna Jacopo, su esposo, no solo perdieron su hogar, sino también a decenas de familiares y amigos durante los prolongados años de conflicto.

Pese a la pérdida y el dolor inmensos, Rosa y Héctor lograron perseverar y sanar. En la lengua ashaninka, el término que se utiliza para describir esta situación es notsimancaque, que significa resiliencia o, más precisamente, la capacidad de sanar el alma y seguir adelante por el bien de la comunidad. 

Dos decenios más tarde, se encontraron nuevamente ante el miedo, la pérdida y la incertidumbre.

El 15 de marzo de 2020, las autoridades del Perú anunciaron un confinamiento por la propagación de la COVID 19, una enfermedad nueva y desconocida en ese momento.

Su comunidad —El Milagro— tenía motivos para estar atemorizada, puesto que a pesar de que existía un centro de salud, no disponía de médicos, suministros médicos ni medicinas.

En un primer momento, el pueblo ashaninka adoptó medidas para protegerse del virus denegando el acceso a su territorio a personas ajenas a la comunidad y aislándose. Sin embargo, con el paso del tiempo la comunidad tuvo que lidiar con el hambre y una disminución de los suministros.

Para hacer frente a la cada vez mayor escasez de alimentos, seleccionaron a un grupo que se aventuraría a salir al mundo exterior y comerciar para obtener suministros. Por desgracia, no tuvo que pasar mucho tiempo para que la COVID 19 se empezara a introducir en la comunidad y que muchos cayeran enfermos. 

“Muchos de nuestros hermanos y hermanas se enfermaron y algunos no lograron sobrevivir”, relataron Rosa y Héctor.

La pandemia también les arrebató la oportunidad que recientemente se les había presentado de mejorar la nutrición y los medios de vida en la comunidad. En 2018, las autoridades locales habían ayudado a 18 familias en El Milagro a instalar explotaciones acuícolas y criar alevines.

El grupo de indígenas tenía la esperanza de poder mejorar y prevenir la malnutrición infantil, que en las comunidades del Amazonas en ocasiones llega hasta el 20,3 %, según las cifras gubernamentales.

La llegada de la pandemia puso fin a esta iniciativa de manera abrupta.

Tan pronto como la situación de salud mejoró a finales de 2021, la FAO, con el apoyo del Gobierno del Canadá, realizó evaluaciones rápidas del mercado local y de los alimentos para fortalecer las organizaciones rurales y agrícolas del ámbito comunitario.

La iniciativa tenía por objeto mejorar la nutrición y los medios de vida, centrándose a la vez en el empoderamiento de las mujeres indígenas y respaldando los programas públicos de protección con perspectiva de género.

La FAO visitó El Milagro, donde la comunidad manifestó de manera clara la necesidad de restablecer y ampliar el proyecto de explotaciones acuícolas que la pandemia les había arrebatado. 

Rosa asumió el liderazgo de esta iniciativa. Su labor consistía en coordinar los flujos de trabajo y promover la participación de más mujeres en la cría de alevines.

“Aprendimos a preparar los piensos para peces, mejorar la circulación del agua y a organizarnos mejor”, explica, y además añade que los peces han ayudado también a mejorar la nutrición de su pueblo.

“Sueño con una comunidad donde la malnutrición sea cosa del pasado y las mujeres puedan tejer y reír sin temor”, apuntó.

Gracias al apoyo de la FAO y del Gobierno del Canadá, El Milagro y otras 42 comunidades de las provincias de Atalaya en la región de Ucayali y Satipo pudieron restablecer sus explotaciones acuícolas y otros proyectos agrícolas, incluida la producción de cultivos como el café y el cacao.

Rosa reconoce que el empoderamiento de las mujeres es fundamental para garantizar un mejor futuro para sus hijos y la comunidad.

Junto con las otras mujeres de su comunidad, Rosa asistió a las actividades de capacitación semanales que impartió la FAO no solo en materia de mejores técnicas de acuicultura sino también sobre liderazgo, derechos de las mujeres y derechos humanos.

Además de impulsar la productividad, estas sesiones de capacitación también se centraron en el empoderamiento de las mujeres de la comunidad, muchas de las cuales viven en situación de extrema pobreza y en algunos casos sobreviven con menos de 1,90 USD al día, según la Organización Internacional del Trabajo.

Rosa reconoce que ser madre y líder es una tarea complicada y que la principal limitación para algunas mujeres es que no reciben el apoyo de sus maridos, algo que por fortuna no ocurre en su caso.

Con el apoyo de su marido, Rosa se ha desempeñado como una líder capaz y dinámica, asumiendo diferentes funciones desde jefa de la cocina comunitaria hasta tesorera de la junta comunal. Además, le gustaría en algún momento llegar a ser líder de El Milagro, motivo por el que su marido y ella trabajan conjuntamente para lograrlo.

Durante todo 2022, en el marco del Programa de la FAO de respuesta y recuperación de la COVID‑19, la FAO y el Canadá apoyaron a más de 23 000 pequeños agricultores, en especial jóvenes y Pueblos Indígenas en el Estado Plurinacional de Bolivia, Honduras, Nicaragua y el Perú.

La resilencia de Rosa, quien está a punto de cumplir 60 años, se mantiene inquebrantable. Haber soportado los horrores del conflicto, la enfermedad y la pobreza le ha permitido aprender a aprovechar cada oportunidad que la vida le presenta, incluida la iniciativa de la FAO, así como a sanar, comenzar de nuevo y a notsimancaque.