Salud y bienestar

Jornada pone el VIH al centro de la conversación pública

Santiago vivió este miércoles una de esas jornadas que recuerdan por qué la salud pública necesita salir a la calle. Cerca de 200 personas llegaron al Complejo Universitario VM20 para participar en la jornada gratuita de detección precoz de VIH organizada por la Universidad de Chile en conjunto con profesionales del Hospital Clínico. La iniciativa —abierta a estudiantes, funcionarios y habitantes del sector— buscó reforzar el diagnóstico temprano en un contexto donde el virus sigue siendo un desafío urgente tanto dentro como fuera del país. El llamado es claro: testearse salva vidas y es una herramienta esencial para frenar la transmisión.

El panorama internacional tampoco da respiro. Según ONUSIDA, en 2024, alrededor de 5,3 millones de personas en el mundo no sabían que vivían con VIH, lo que reduce las posibilidades de acceder a tratamiento oportuno y aumenta el riesgo de nuevos contagios. Hoy, 40,8 millones de personas conviven con el virus y solo durante el último año 1,3 millones adquirieron la infección. Las cifras hablan por sí solas y sitúan al testeo como un pilar fundamental en la estrategia global de prevención.

En Chile, la situación también exige acción. Así lo explicó el Dr. Alejandro Afani, director del Centro VIH del Hospital Clínico de la U. de Chile, quien enfatizó que “en Chile hay más de 90 mil personas viviendo con VIH y se estima que al menos 10 mil aún desconocen su diagnóstico. Por eso, el test es fundamental para reducir la brecha entre quienes viven con el virus y aún no lo saben. Por un lado, permite iniciar rápidamente el tratamiento, evitando que la enfermedad progrese, y por otro, una persona que accede a terapia y alcanza una carga viral indetectable no transmite el virus. Por lo tanto, tiene un impacto fundamental en la salud pública, es decir, hoy día tratar es prevenir también”. Su mensaje es categórico: la prevención y el acceso a tratamiento van de la mano.

La actividad —instalada en el nuevo espacio VM20 que articula vida universitaria y comunidad— también fue una oportunidad para reforzar la educación en salud sexual. La vicerrectora de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios, Josiane Bonnefoy, recalcó la importancia del diagnóstico temprano señalando que “cualquier medida preventiva y la promoción del testeo es fundamental para reducir los diagnósticos tardíos. Con los avances de la medicina, el VIH es una condición controlable, si se detecta a tiempo. Además, el testeo permite articular programas de salud sexual y reproductiva, especialmente considerando el aumento de las infecciones de transmisión sexual en los últimos años, en particular entre jóvenes”. Su llamado apunta a vencer el miedo, informarse y asumir una cultura de autocuidado.

El estigma sigue siendo una barrera. Por eso el testimonio de estudiantes como Tomás Medina, de Administración Pública, es una pieza crucial en la conversación. “Estas instancias me parecen muy importantes porque el VIH todavía arrastra mucho estigma. Por eso es clave normalizar y decir que está bien venir a hacerse un examen: no es el fin del mundo y existe tratamiento. A menudo se confunden el SIDA y el VIH, pero no son lo mismo. Hoy contamos con tratamientos eficaces y con seguimiento”, afirmó. La generación joven toma la palabra para desarticular prejuicios que aún persisten en el imaginario social.

Desde el Ministerio de Salud también hubo respaldo directo. El Dr. Leonardo Chanqueo, jefe del Programa Nacional de VIH e ITS, asistió a la actividad y destacó el rol articulador de la Universidad de Chile en el territorio. “Desde el Ministerio de Salud valoramos y felicitamos que se realicen este tipo de instancias de testeo, porque necesitamos visibilizar el VIH. Tenemos que hablar de VIH todos los días, poner el tema sobre la mesa y motivar a que las personas vengan a testearse (…) Trabajar con aliados clave como la Universidad de Chile es fundamental, ya que nos permite llegar a las poblaciones donde queremos estar, especialmente los jóvenes”, afirmó. Una señal potente de que la estrategia preventiva debe ser multisectorial.

La jornada también marcó un hito para la Clínica Universidad de Chile Quilín, que instaló un stand preventivo ofreciendo controles de presión arterial, glicemia, peso y talla, integrando la salud sexual en un enfoque más amplio de bienestar. Esta participación corresponde a su primera acción de extensión bajo una estrategia institucional que busca acercar servicios preventivos a la comunidad y promover una atención más humana, accesible y conectada con las necesidades reales de las personas. Testeo, acompañamiento y educación se unieron en una misma jornada que apuntó directamente a reforzar el cuidado colectivo.

El mapa emocional de las pesadillas

Despertar de golpe, con el corazón desbocado y la sensación de haber estado atrapado en un peligro real, es un momento que muchos prefieren olvidar rápido. Pero las pesadillas, lejos de ser un fenómeno aislado o anecdótico, conviven con millones de personas en todo el mundo. La American Academy of Sleep Medicine estima que entre el 50% y el 85% de la población ha experimentado alguna vez este tipo de sueños vívidos y perturbadores. No importa la edad ni el momento de la vida: el miedo nocturno es un visitante inesperado que aparece cuando quiere y sin pedir permiso.

En Chile, así como en cualquier parte, la pregunta se repite: ¿por qué soñamos cosas tan inquietantes? Para despejar dudas, conversamos con Pedro Chaná, médico cirujano y especialista en neurología de la Universidad de Santiago, quien explica que las pesadillas están directamente ligadas a un proceso fisiológico del sueño. “Para interpretar las pesadillas, tenemos que entender que son parte del proceso fisiológico de dormir, normalmente durante la etapa conocida como de sueño R.E.M. en que hay mayor actividad del cerebro y hay movimientos oculares”, señaló a Diario Usach. En esa fase, el cerebro se enciende, las emociones se mezclan y los recuerdos se reorganizan, dando paso a escenarios intensos que pueden terminar en un despertar abrupto.

Chaná también profundiza sobre el rol emocional de las pesadillas. “Se asocia a la presentación de sueños vívidos y pesadillas, estos fenómenos se explican desde el punto de vista fisiológico, pero también tienen una representación psicológica para estar relacionados con mecanismo de adaptación emocional”. El especialista detalla que este tipo de sueños, cargados de contenido negativo, activan respuestas físicas como la sudoración y la taquicardia. A veces se recuerdan con claridad y a veces no, dependiendo del momento del ciclo en que ocurre el despertar.

Otro mito clásico vincula las pesadillas con lo que comemos antes de dormir. Y aunque suena a consejo que podría dar cualquier abuela, la ciencia ha intentado entender el vínculo. Un estudio de la Universidad MacEwan, publicado en Frontiers in Psychology, consultó a más de mil estudiantes sobre sus hábitos de alimentación y la relación con sus sueños. Los postres, dulces y lácteos fueron percibidos por los propios encuestados como los alimentos que más afectan la calidad del sueño y generan sueños “extraños” o “perturbadores”. El investigador Tore Nielsen afirmó a AFP que “sabemos que las emociones negativas experimentadas en estado de vigilia pueden prolongarse en los sueños. Probablemente ocurre lo mismo con aquellas que emergen a causa de trastornos digestivos ocurridos durante el sueño”.

Chaná coincide parcialmente con esa intuición popular, pero advierte que falta evidencia robusta: “Aunque no hay mucha evidencia científica, la cultura popular plantea la posibilidad de que algunos alimentos induzcan pesadillas, especialmente aquellos que contienen más contenidos grasos y retardan el vaciamiento gástrico o también el comer en forma excesiva”. El especialista agrega que estimulantes como ciertos fármacos o bebidas pueden exacerbar estos episodios, sobre todo cuando hay estrés o ansiedad acumulada.

Una pregunta clave es cuándo una pesadilla pasa de ser normal a convertirse en un problema. Chaná aclara que no se trata de algo “bueno” o “malo”, sino del impacto en la vida cotidiana. Si se hacen recurrentes o generan miedo a la hora de dormir, podrían indicar un trasfondo emocional que vale la pena atender. “En general, esto estaría representando fenómenos psicológicos o emocionales que están activando estos procesos o pesadillas”, puntualiza. Y aunque no existe una fórmula mágica para evitarlas, sí hay caminos para reducir su frecuencia: mejorar la higiene del sueño, bajar las tensiones acumuladas del día y hacerse cargo de las emociones pendientes.

Mientras la ciencia sigue buscando respuestas, la realidad es que las pesadillas nos recuerdan algo básico pero profundo: incluso cuando dormimos, la mente sigue trabajando, procesando lo que a veces no logramos enfrentar despiertos. Y en ese territorio ambiguo entre el descanso y el miedo, todos somos vulnerables.

Segundo peak de influenza golpea tarde, pero fuerte

Con la llegada de la primavera, el aire en Santiago se vuelve más liviano, los parques se llenan y la gente comienza a dejar las mascarillas en casa. Sin embargo, mientras la ciudad florece, los virus respiratorios parecen haber decidido quedarse. Chile enfrenta un comportamiento inusual de estos agentes, que en vez de desaparecer con el invierno, han regresado con fuerza en plena temporada cálida. La influenza y el rinovirus están liderando una ola de contagios que rompe los patrones estacionales conocidos y vuelve a tensionar al sistema de salud.

De acuerdo con los datos más recientes del Instituto de Salud Pública, durante la semana epidemiológica 42 —entre el 12 y el 18 de octubre— la positividad de circulación viral alcanzó un 51%, superando los registros del mismo periodo en 2024. Esto implica que más de la mitad de las muestras analizadas resultaron positivas a algún virus respiratorio, un indicador que en otros años tiende a caer significativamente después del invierno.

“El país ya lleva varias semanas con un aumento significativo de virus respiratorios, alcanzando un nuevo peak que normalmente se da más temprano en el año”, explica el infectólogo Ignacio Silva, académico de la Escuela de Medicina de la Universidad de Santiago de Chile. “Este año, el segundo peak de influenza ha llegado un poco más tardío de lo habitual, comparado con fines de septiembre o principios de octubre”.

El especialista advierte que uno de los factores detrás de este repunte podría ser la pérdida de inmunidad en parte de la población. “La protección de la vacuna contra la influenza dura aproximadamente seis meses”, señala Silva. “Esto significa que muchas personas que no se vacunaron en invierno o que ya han perdido inmunidad podrían enfrentar un mayor riesgo, generando presión en los servicios de urgencia y hospitales”, sostuvo en conversación con Diario Usach.

Para enfrentar este panorama, el infectólogo recomienda mantener medidas básicas de autocuidado, incluso en primavera. “Lavarse las manos regularmente, ventilar los espacios cerrados y preferir actividades al aire libre son acciones simples que reducen el contagio”, explica. También sugiere el uso de mascarillas ante cualquier síntoma respiratorio, recordando que muchas veces es difícil distinguir un cuadro viral de una alergia estacional. “La diferencia principal es que los virus respiratorios suelen generar tos, dolor de garganta y fiebre, mientras que la alergia provoca secreción nasal, picazón ocular y molestias leves sin afectar la energía diaria”.

Silva destaca además que la influenza puede manifestarse con síntomas más intensos y un impacto general mayor en el organismo. “Provoca fatiga y dolores musculares. Ante la duda, es mejor usar mascarilla para proteger a otros y acudir a la atención primaria, como SAP o SAR, evitando sobrecargar los servicios de urgencia que deben concentrarse en casos graves”, concluye. En un país que aún recuerda la vulnerabilidad de los tiempos de pandemia, las palabras del especialista funcionan como una advertencia: los virus no respetan estaciones, y la prevención sigue siendo la mejor herramienta.

Los “hermanos riñones” que conquistaron TikTok

En TikTok, donde los trends van y vienen al ritmo de los algoritmos, un video protagonizado por dos personajes disfrazados de riñones rompió la barrera del simple entretenimiento. Con humor y ternura, los llamados “hermanos riñones” lograron explicar de manera directa por qué beber agua no es solo un acto reflejo de sed, sino una necesidad vital para mantener el equilibrio del cuerpo. El clip, que muestra a ambos órganos intentando compensarse hasta colapsar por deshidratación, deja una moraleja clara y urgente: sin agua, el cuerpo no puede sostenerse.

El impacto fue inmediato. En cuestión de días, miles de usuarios y usuarias comentaron que habían cambiado su relación con el agua. Algunos reemplazaron las bebidas azucaradas por botellas reutilizables, otros instalaron recordatorios para hidratarse a lo largo del día. Lo que comenzó como una pieza lúdica terminó generando un cambio conductual real en un público joven que suele informarse y educarse a través de las redes. En tiempos de infoxicación, donde la desinformación circula con la misma velocidad que los memes, este tipo de contenido se vuelve un puente entre el conocimiento científico y el lenguaje cotidiano.

La nutricionista Daniela González, académica de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Santiago, valora este tipo de iniciativas digitales: “Ilustran la importancia de algunos hábitos”, señala, aunque también advierte que “a veces se corre el riesgo de decir cualquier cosa detrás de un personaje sin evidencia científica”. Su llamado es claro: el humor y la pedagogía pueden coexistir, pero deben hacerlo con responsabilidad. La línea que separa el dato útil de la pseudociencia es delgada, especialmente en plataformas donde lo viral pesa más que lo verificado.

Desde el punto de vista médico, González aclara que la recomendación general es consumir alrededor de dos litros de agua al día —unos ocho vasos—, aunque la cifra no es una fórmula rígida. “Dependerá de las circunstancias de cada persona. Si realiza actividad física intensa, vive en un clima seco o tiene una dieta alta en proteína y fibra, probablemente necesitará más agua. Lo mismo si presenta fiebre, vómitos o diarrea, porque el cuerpo pierde líquido más rápido”, explica. En resumen, no hay un número mágico: el cuerpo avisa, y hay que aprender a escucharlo.

Entre las señales que indican falta de agua, la especialista menciona la sed, la boca seca, la reducción de la orina o su color oscuro. “Algunas veces se puede sentir cansancio, debilidad o dolores de cabeza, porque la falta de agua reduce el rendimiento físico y mental”, agrega. Son signos simples pero decisivos que, como muestran los “hermanos riñones”, pueden pasar desapercibidos hasta que el organismo empieza a resentirse.

Más allá de la moda del “agua challenge”, los expertos recuerdan que este líquido no solo hidrata, sino que es el motor de la vida. Cerca del 65% de nuestro peso corporal es agua, y cada célula depende de ella para funcionar. “Tiene un rol súper importante en la regulación de la temperatura corporal, a través del sudor. También actúa como lubricante de las articulaciones, protege órganos y tejidos sensibles, y mantiene la estructura de las células”, detalla González. No beber agua puede llegar incluso a ser incompatible con la vida, advierte, porque el agua participa en todos los procesos vitales, desde la eliminación de toxinas hasta la protección de los órganos internos.

El viral de los “hermanos riñones” no solo entretuvo: recordó, entre risas y drama, una verdad que a menudo olvidamos. En una era saturada de información y estímulos, a veces basta una historia simple, dos trajes de felpa y un mensaje honesto para que millones recuerden lo esencial. Beber agua no es una moda. Es supervivencia.

La detección oportuna del cáncer de mama aún enfrenta barreras invisibles

Octubre tiñe el mundo de rosa y recuerda la urgencia de hablar sobre el cáncer de mama, una enfermedad que sigue siendo la principal causa de muerte oncológica en mujeres chilenas. Aunque la medicina ha avanzado en diagnóstico y tratamiento, las brechas de acceso, el miedo y la desinformación siguen levantando muros entre las mujeres y una detección a tiempo. Lo más alarmante es que más del 85% de los casos en Chile aparecen en mujeres sin antecedentes familiares, lo que deja claro que la prevención no puede depender solo del azar genético o de un mes simbólico.

Detectar a tiempo marca la diferencia entre vivir y no hacerlo. La matrona Estefanía de la Peña, del Centro de Salud Usach, subraya que cuando el cáncer se identifica en etapas iniciales, la sobrevida supera el 90%. Pero si se llega tarde, las probabilidades se desploman. “La detección precoz permite diagnosticar el cáncer de mama en etapas iniciales, con tratamientos más efectivos y menos invasivos, reduciendo la mortalidad y mejorando la calidad de vida al evitar cirugías radicales y terapias agresivas”, comentó la especialista a Diario Usach. Su mensaje es directo: no se trata solo de salvar vidas, sino de evitar sufrimientos innecesarios.

En Chile, el sistema GES garantiza una mamografía gratuita cada tres años para mujeres entre 50 y 69 años. Sin embargo, muchos expertos recomiendan comenzar antes. “Se sugiere comenzar desde los 40 años con controles mamográficos anuales, sobre todo si existen factores de riesgo como antecedentes familiares de cáncer de mama. Una técnica para no olvidar la toma de mamografía anual es asociarla al día de tu cumpleaños y ‘regalarte una mamografía’”, agrega de la Peña. La idea es simple, pero potente: transformar la prevención en un hábito personal, en un gesto de autocuidado y amor propio.

La Fundación Arturo López Pérez (FALP) ha demostrado que el acceso puede cambiarlo todo. Sus clínicas móviles han recorrido el país llevando mamógrafos a zonas rurales y comunas donde no hay infraestructura médica suficiente. “Desde su inicio, el programa ha realizado más de 420.000 mamografías, y solo en 2024 hicimos alrededor de 50.000. Eso representa cerca del 10% de todas las mamografías realizadas en el país ese año”, explicó el Dr. José Miguel Bernucci, director de Prevención y Detección Precoz del Cáncer de FALP. De esas 50.000 pruebas, 350 mujeres fueron derivadas por resultados alterados, lo que significa que sin este programa, probablemente muchas de ellas no habrían sido diagnosticadas a tiempo.

Pero el problema de fondo sigue siendo estructural. La cobertura nacional de mamografías apenas alcanza el 40% en el grupo objetivo, muy por debajo del mínimo del 70% recomendado por la OMS. “El problema no es solo de tiempo o dinero. Muchas mujeres ni siquiera saben que deben hacerse la mamografía”, advierte Bernucci. El desafío, dice, no está solo en los hospitales, sino en la conciencia colectiva: aumentar el presupuesto, mejorar la comunicación y acercar los servicios al entorno laboral o familiar podría marcar un punto de inflexión.

En los últimos años, el país ha avanzado en políticas públicas. La Ley Nacional del Cáncer, promulgada en 2020, busca equidad en el acceso y financia investigación. Desde 2023, las trabajadoras mayores de 40 años pueden tomarse medio día laboral para realizarse una mamografía, y ya no se necesita orden médica para mujeres de 50 a 59 años. Además, desde 2025, se incorporó un tratamiento gratuito para el cáncer de mama triple negativo, uno de los más agresivos. Sin embargo, los expertos coinciden en que sin educación y voluntad política, las leyes pierden fuerza.

Desde FALP proyectan que si la cobertura de mamografías aumentara, la mortalidad podría reducirse hasta en un 30%. Eso requiere más que recursos: requiere conciencia. Alimentación equilibrada, actividad física, reducción del consumo de alcohol y tabaco son también parte de la ecuación. Porque la prevención empieza mucho antes de un diagnóstico. Octubre puede ser el mes de la visibilización, pero la lucha debe ser permanente. Nueve de cada diez mujeres podrían sobrevivir al cáncer de mama si se detecta a tiempo. Esa estadística debería bastar para entender que la detección oportuna no es solo una recomendación médica: es un derecho que aún necesita ser garantizado.

Expertos desmienten vínculo entre paracetamol y autismo en embarazadas

Las recientes declaraciones del expresidente estadounidense Donald Trump advirtiendo sobre los supuestos riesgos del paracetamol durante el embarazo y su vinculación con el autismo encendieron la polémica en redes y medios globales. Según Trump, las mujeres deberían limitar el uso de Tylenol a menos que fuese estrictamente necesario, asegurando que su consumo podría “estar asociado con un riesgo muy elevado de autismo”. Sin embargo, especialistas y organismos científicos han salido rápidamente a desmentir estas afirmaciones, calificándolas de infundadas y peligrosas.

Leonel Rojo, toxicólogo y académico de la Facultad de Química y Biología de la Universidad de Santiago, sostuvo que “los estudios epidemiológicos ni los basados en meta análisis permiten concluir la existencia de una relación entre el autismo y el paracetamol”. El especialista enfatizó que este medicamento “tiene buenas propiedades analgésicas, antipiréticas y es muy seguro”, y que las declaraciones de Trump deben tomarse “con bastante calma”. Rojo aclaró además que las investigaciones que han intentado vincular el analgésico con autismo consideraron dosis extremadamente altas, muy alejadas del consumo habitual en mujeres embarazadas.

En la misma línea, Pablo Salinas, neurólogo de la Clínica Universidad de Chile Quilín, destacó que “la evidencia científica ha desmentido categóricamente la asociación entre uso de paracetamol en el embarazo y la aparición de neurodivergencia en recién nacido”. Salinas advirtió sobre la irresponsabilidad de difundir afirmaciones de este tipo: “A mí manera de ver es una falta de respeto para las personas neurodivergentes y su familia, lo que habla claramente de la altura moral de las personas que dicen esas mentiras, sobre todo quienes son líderes de opinión”.

Organismos internacionales respaldan esta postura. La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) afirmó que “no existe evidencia que vincule una exposición al paracetamol en el útero con el desarrollo de trastornos del desarrollo neurológico, como el autismo”. Steffen Thirstrup, director médico de la EMA, recalcó que el paracetamol “sigue siendo una opción importante para tratar el dolor o la fiebre en mujeres embarazadas” y que sus conclusiones se basan en “una evaluación rigurosa de los datos científicos disponibles”. De manera similar, la Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió “prudencia antes de concluir que existe una relación causal” entre el paracetamol y el autismo.

La controversia se intensificó debido a que Trump mencionó que su equipo implementaría un sistema llamado “Gold Standard Science” para abordar el aumento de los casos de autismo en Estados Unidos, incluyendo la modificación de la etiqueta de seguridad del medicamento en ese país. Sin embargo, la comunidad científica coincide en que estas medidas carecen de sustento científico y podrían generar alarma innecesaria entre mujeres embarazadas que utilizan este fármaco de manera responsable.

Ante la confusión, los expertos coinciden en que el paracetamol sigue siendo un analgésico seguro y eficaz cuando se administra de acuerdo al peso y la condición fisiológica de la paciente. Rojo subraya que este medicamento representa una de las opciones más confiables para controlar fiebre y dolor durante la gestación, mientras que Salinas insiste en que “es absolutamente falso que haya una asociación entre paracetamol y autismo”. La recomendación general es mantener la calma, consultar siempre con un profesional de salud y no dejarse llevar por afirmaciones sin evidencia científica.

Cómo enfrentar la acidez sin arruinar las celebraciones patrias

En Chile, septiembre siempre llega cargado de asados, empanadas, anticuchos, terremotos y fondas interminables. Las Fiestas Patrias son un momento de identidad y encuentro, pero también una prueba de fuego para el estómago. La acidez, ese ardor incómodo en la boca del estómago que puede arruinar la celebración, se vuelve tan común como la cueca o el volantín. Millones de personas lo sufren y, según especialistas, muchas veces la automedicación es la primera reacción frente al malestar.

El profesor Mario Rivera Meza, académico del Departamento de Química Farmacológica y Toxicológica de la Universidad de Chile, lo explica sin rodeos: “En general, son sustancias que uno les llama bases. Estas sustancias básicas al combinarse con el ácido se neutralizan entre ellas y con eso se calma y disminuye esa sensación de ardor”. Con esto se refiere a los antiácidos, medicamentos de venta libre que lideran la estrategia contra la acidez durante los días de celebraciones.

Estos antiácidos suelen estar compuestos por sales de magnesio y aluminio, y se comercializan principalmente en tabletas masticables o para tragar con agua. Su función es rápida y concreta: neutralizar el exceso de ácido en el estómago. Algunos formatos incluyen alginato, una sustancia que aumenta la densidad del moco gástrico, ayudando a proteger los tejidos del estómago y el esófago de la irritación. Otros suman simeticona, un compuesto que reduce la flatulencia y los gases intestinales, una ayuda no menor tras varias horas de chicha y choripanes.

Las versiones líquidas de estos medicamentos son otro recurso común, ya que actúan de manera más rápida, aunque requieren agitarse antes de usarse. En el imaginario popular chileno, la sal de fruta también ocupa un lugar protagonista. Este preparado combina bicarbonato de sodio y ácido cítrico: el primero neutraliza el ácido, mientras el segundo genera las clásicas burbujas que hacen más refrescante su consumo. “Se recomienda colocar el agua primero y después poner la sal de fruta, porque si no se sube. La sal de fruta tiene algunas contraindicaciones porque tiene alto contenido de sodio”, advierte Rivera, recalcando que quienes sufren de hipertensión arterial deben consumirla con especial cuidado.

El especialista también apunta a un factor clave: los antiácidos no deben convertirse en un hábito constante. Funcionan para episodios puntuales, pero en casos de molestias crónicas lo indicado es acudir a un médico, ya que existen medicamentos más específicos para problemas como úlceras, que solo se adquieren con receta. Además, los antiácidos pueden alterar la absorción de otros fármacos, un riesgo muchas veces ignorado en la automedicación. Pese a esto, se consideran seguros incluso durante el embarazo, lo que los convierte en una opción versátil para muchas personas.

En tiempos donde la sobremesa y los brindis parecen no tener fin, hablar de acidez estomacal es casi tan realista como hablar de cuecas improvisadas. La recomendación es clara: moderar el consumo, escuchar al cuerpo y, en caso de dudas, consultar a un químico farmacéutico. Porque más allá del folclor y la fiesta, cuidar la salud digestiva es también parte de celebrar con responsabilidad.

Daltonismo una realidad genética que afecta a millones en silencio

El 6 de septiembre se conmemoró el Día de Concientización del Daltonismo, una condición que, aunque suele pasar desapercibida, impacta la vida de millones de personas en todo el mundo. Según datos de Electro IQ, uno de cada 12 hombres y una de cada 200 mujeres conviven con esta alteración visual, que modifica la manera en que se perciben los colores y que se encuentra mucho más presente de lo que solemos imaginar.

El oftalmólogo y académico de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Santiago, Osvaldo Berguer, precisa que el daltonismo, o discromatopsia, “es un trastorno hereditario de la visión de los colores y que se manifiesta en las dificultades para percibir algunas tonalidades como el rojo, el verde y el café (que es el resultante de la mezcla de las dos primeras). A veces, también ocurre con la percepción del azul y el amarillo (y el verde que se obtiene de dicha mezcla)”. Aunque en Chile no se dispone de un registro oficial, el especialista proyecta que alrededor de 600 mil personas podrían estar afectadas, siguiendo los porcentajes internacionales.

La diferencia en su prevalencia entre hombres y mujeres tiene un origen genético. “Los hombres tienen una sola de esas estructuras y si se llega a alterar, eso basta para tener la enfermedad. Como las mujeres tienen dos, es mucho más raro que ambos cromosomas presenten la mutación”, explica Berguer, haciendo referencia al cromosoma X. Aunque reconoce que la condición impone ciertas limitaciones en áreas específicas, aclara que no se trata de una discapacidad. “La discromatopsia no es una discapacidad, ya que los pacientes afectados pueden llevar una vida normal, incluso manejar. Eso sí, hay algunas limitaciones específicas”.

El diagnóstico temprano es clave, y suele realizarse en la infancia, entre los cuatro y cinco años, cuando los niños empiezan a familiarizarse con los colores y pueden aparecer las primeras confusiones. Si bien no existe cura, hoy existen lentes con filtros que mejoran la percepción y aplicaciones móviles que ofrecen experiencias visuales adaptadas, como “Chromatic Vision Simulator”, “Color Binoculars” o “Daltonizer”. Estos recursos, aunque no corrigen el problema de raíz, amplían las posibilidades de quienes viven con daltonismo para interactuar con el entorno de una manera más plena.

Pese a la falta de tratamientos definitivos, lo que prevalece es la capacidad de adaptación. “Aprenden a reconocer los colores sin verlos. Y eso se da, más que nada, por el contexto”, afirma Berguer. Esa flexibilidad demuestra cómo las personas con daltonismo no solo encuentran maneras de integrarse, sino que también desarrollan habilidades para resignificar la relación entre percepción y entorno, dejando en claro que, más allá de las limitaciones, la vida continúa en todo su espectro.

La caída natural de la reserva ovárica y sus implicancias en la fertilidad

Cada vez más mujeres postergan la maternidad, ya sea por razones profesionales, económicas, educacionales o de salud. Frente a este escenario, la reserva ovárica se ha convertido en un concepto clave dentro de la medicina reproductiva, pues entrega información esencial sobre el potencial fértil de una mujer y permite tomar decisiones informadas respecto a su futuro reproductivo. “Evaluar la reserva ovárica es importante porque permite a la mujer conocer su potencial reproductivo y así tomar decisiones en relación a la planificación de su futura maternidad”, explica la doctora Abril Salinas Quero, ginecóloga especialista en Medicina Reproductiva y profesora asistente de la Facultad de Medicina de la U. de Chile.

La reserva ovárica se refiere al número de óvulos presentes en los ovarios, una cifra que está determinada desde la vida intrauterina y que no puede aumentar. “Lamentablemente la reserva ovárica no se puede aumentar, dado que está destinada desde nuestra vida intrauterina. Y va declinando a medida que vamos desarrollándonos hasta que se termina con la llegada de la menopausia”, detalla Salinas, quien también dirige el Programa de Fertilización in Vitro del IDIMI y es vicepresidenta de la Sociedad Chilena de Medicina Reproductiva. Según la especialista, la calidad y cantidad de óvulos comienza a disminuir a partir de los 30 años, se acentúa después de los 35 y a partir de los 40 el descenso es mucho más acelerado, lo que complica lograr un embarazo exitoso y aumenta el riesgo de aborto.

Existen factores que pueden acelerar esta disminución, como múltiples cirugías ováricas, quimioterapia o radioterapia, lo que expone a algunas mujeres a una reducción temprana de su fertilidad. Frente a esto, Salinas enfatiza la necesidad de una atención especializada y oportuna. Al mismo tiempo, destaca que llevar un estilo de vida saludable ayuda a mantener mejor la función ovárica: una dieta balanceada, actividad física regular, y evitar el tabaco y el alcohol son claves para disminuir el riesgo de una pérdida más rápida de óvulos.

Hoy en día, evaluar la reserva ovárica es más accesible gracias a dos exámenes principales. La hormona antimülleriana (AMH) se mide a través de un examen de sangre sencillo, cubierto por Fonasa en modalidad Libre Elección, aunque su disponibilidad en el sistema público aún es limitada. El otro método es el recuento de folículos antrales mediante ecografía transvaginal, que se realiza en los primeros días del ciclo menstrual. Ambos procedimientos, según Salinas, “nos permiten a nosotras las mujeres entender mejor nuestra salud reproductiva y así poder tomar decisiones más informadas sobre nuestra planificación familiar”.

Una alternativa que gana cada vez más terreno es la congelación de óvulos, especialmente para quienes desean postergar la maternidad. “Es una opción viable para las mujeres que desean postergar la maternidad. La congelación de óvulos es más efectiva cuando se realiza a edades más tempranas (idealmente antes de los 35 años) debido a la mejor calidad ovocitaria”, sostiene la especialista. Si bien no garantiza al 100% un embarazo en el futuro, incrementa significativamente las posibilidades en etapas más avanzadas de la vida. Factores como la edad, la obesidad, el tabaquismo, el consumo de alcohol, la exposición a toxinas ambientales o condiciones ginecológicas como la endometriosis también impactan la calidad de los óvulos. Ante esto, el mensaje de los expertos es claro: informarse, evaluarse y adoptar estilos de vida saludables son pasos esenciales para resguardar la fertilidad.

Cómo enfrentar el cambio de hora y minimizar sus consecuencias

Este domingo, gran parte de Chile adelantará sus relojes para dar inicio al horario de verano. A las 23:59 horas deberán ajustarse a la 01:00 del domingo, en una medida que se aplica en casi todo el país, salvo en la Región de Magallanes, la Antártica Chilena y Aysén. Aunque esta práctica lleva años implementándose, sigue generando debate por su impacto en la salud, particularmente en el sueño.

El neurólogo del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, Gabriel Abudinén, explica que este tipo de modificaciones desregula nuestro sistema interno de tiempo. “Biológicamente hablando nosotros también tenemos un reloj, es un reloj biológico que está en el centro de nuestro cerebro que se llama núcleo supraquiasmático y que ordena nuestras transiciones para el despertar y para el dormir para que funcione perfectamente y no despertemos con fatiga y no nos cueste conciliar mucho el sueño”, señala.

Según Abudinén, esta alteración puede generar insomnio y sensación de fatiga prolongada. Algo que complementa el neurólogo Pablo Salinas, también académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, quien detalla que el problema radica en que “cambia el esquema de sincronización que hay con el consenso social que tenemos respecto al concepto tiempo, hora, con los ciclos de luz y oscuridad que tiene el medio ambiente, que son por la rotación del planeta”. Para Salinas, la adaptación a este cambio puede tomar entre tres y cuatro días, tiempo en el que el cuerpo se ajusta a la nueva relación entre la hora oficial y los ciclos naturales de luz.

No todos los especialistas, sin embargo, apoyan esta medida. Margarita Bórquez, académica del Departamento de Psicología de la Universidad de Chile, plantea que lo más recomendable sería eliminar definitivamente el cambio de hora. “La primera recomendación sería no cambiar el horario en lo absoluto. Eso posibilitaría tener luz más temprano en la mañana, coincidente con el horario de despertar y, por tanto, favoreciendo una sincronización circadiana del ambiente con nuestro reloj interno (endógeno)”, argumenta.

En paralelo, Bórquez entrega una serie de consejos para enfrentar el ajuste horario y mitigar sus efectos. Destaca la importancia de mantener horarios regulares de sueño, alimentación y ejercicio, evitar el consumo excesivo de cafeína, reducir el uso de pantallas antes de dormir y procurar ambientes adecuados para el descanso, con temperaturas que oscilen entre los 18 y 21 grados. Además, recomienda adelantar gradualmente los horarios de acostarse en los días previos al cambio, para suavizar el impacto en el organismo.

Más allá de las diferencias en la opinión académica, el cambio al horario de verano sigue siendo una medida que, año tras año, abre la discusión entre sus posibles beneficios energéticos y los costos que implica para la salud de las personas.