Este sábado, desde la Región de Arica y Parinacota hasta Los Lagos, los relojes deberán retrasarse una hora para dar paso al horario de invierno, quedando Chile continental (excepto Magallanes) bajo el huso horario UTC-4. Aunque este ajuste busca optimizar la luz solar, también implica efectos en el bienestar físico y mental, especialmente para personas con condiciones como el autismo o el TDAH.
El neurólogo Pablo Salinas, académico de la Universidad de Chile, advierte que el cambio puede alterar los ciclos circadianos, provocando sueño excesivo, menor rendimiento y fatiga en los primeros días. Para mitigar estos efectos, recomienda ordenar gradualmente los horarios de sueño, evitar pantallas antes de dormir y mantener un ambiente oscuro y tranquilo durante la noche.
Más allá de las incomodidades generales, el ajuste horario representa un desafío particular para personas neurodivergentes. Según Marcela Cuevas, académica del Departamento de Psicología de la misma universidad, quienes viven con autismo o TDAH requieren rutinas estructuradas, por lo que este tipo de modificaciones impone mayores exigencias de adaptación y puede afectar directamente su funcionamiento diario.
Salinas coincide, señalando que tanto el espectro autista como el déficit atencional suelen implicar dificultades para adaptarse a cambios en la planificación. Por eso, insiste en preparar el nuevo horario con anticipación, sobre todo en el caso de niñas, niños y adolescentes. La profesora Cuevas agrega que, si bien no sería viable mantener un horario distinto para personas neurodivergentes, sí es necesario pensar políticas que consideren sus necesidades y las de otros grupos sensibles ante este tipo de modificaciones.
El debate sobre mantener o no el horario de verano durante todo el año también sigue abierto. El astrónomo José Maza explicó que, si se mantuviera el horario de invierno, el sol saldría muy temprano en diciembre, desaprovechando horas de luz en la mañana. En cambio, el horario de verano desplaza esa luz hacia la tarde, permitiendo una jornada más iluminada tras la salida del trabajo o clases. Sin embargo, también implica que durante el invierno haya mañanas oscuras, lo que afecta la rutina de muchos, especialmente de los escolares.
Así, el cambio de hora no solo es una cuestión técnica, sino que involucra impactos reales en la salud, la vida cotidiana y la inclusión de grupos vulnerables, por lo que sigue siendo motivo de debate público y académico.