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Cómo enfrentar el cambio de hora y minimizar sus consecuencias

Este domingo, gran parte de Chile adelantará sus relojes para dar inicio al horario de verano. A las 23:59 horas deberán ajustarse a la 01:00 del domingo, en una medida que se aplica en casi todo el país, salvo en la Región de Magallanes, la Antártica Chilena y Aysén. Aunque esta práctica lleva años implementándose, sigue generando debate por su impacto en la salud, particularmente en el sueño.

El neurólogo del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, Gabriel Abudinén, explica que este tipo de modificaciones desregula nuestro sistema interno de tiempo. “Biológicamente hablando nosotros también tenemos un reloj, es un reloj biológico que está en el centro de nuestro cerebro que se llama núcleo supraquiasmático y que ordena nuestras transiciones para el despertar y para el dormir para que funcione perfectamente y no despertemos con fatiga y no nos cueste conciliar mucho el sueño”, señala.

Según Abudinén, esta alteración puede generar insomnio y sensación de fatiga prolongada. Algo que complementa el neurólogo Pablo Salinas, también académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, quien detalla que el problema radica en que “cambia el esquema de sincronización que hay con el consenso social que tenemos respecto al concepto tiempo, hora, con los ciclos de luz y oscuridad que tiene el medio ambiente, que son por la rotación del planeta”. Para Salinas, la adaptación a este cambio puede tomar entre tres y cuatro días, tiempo en el que el cuerpo se ajusta a la nueva relación entre la hora oficial y los ciclos naturales de luz.

No todos los especialistas, sin embargo, apoyan esta medida. Margarita Bórquez, académica del Departamento de Psicología de la Universidad de Chile, plantea que lo más recomendable sería eliminar definitivamente el cambio de hora. “La primera recomendación sería no cambiar el horario en lo absoluto. Eso posibilitaría tener luz más temprano en la mañana, coincidente con el horario de despertar y, por tanto, favoreciendo una sincronización circadiana del ambiente con nuestro reloj interno (endógeno)”, argumenta.

En paralelo, Bórquez entrega una serie de consejos para enfrentar el ajuste horario y mitigar sus efectos. Destaca la importancia de mantener horarios regulares de sueño, alimentación y ejercicio, evitar el consumo excesivo de cafeína, reducir el uso de pantallas antes de dormir y procurar ambientes adecuados para el descanso, con temperaturas que oscilen entre los 18 y 21 grados. Además, recomienda adelantar gradualmente los horarios de acostarse en los días previos al cambio, para suavizar el impacto en el organismo.

Más allá de las diferencias en la opinión académica, el cambio al horario de verano sigue siendo una medida que, año tras año, abre la discusión entre sus posibles beneficios energéticos y los costos que implica para la salud de las personas.

Cómo afecta el horario de invierno a la salud mental y física

Este sábado, desde la Región de Arica y Parinacota hasta Los Lagos, los relojes deberán retrasarse una hora para dar paso al horario de invierno, quedando Chile continental (excepto Magallanes) bajo el huso horario UTC-4. Aunque este ajuste busca optimizar la luz solar, también implica efectos en el bienestar físico y mental, especialmente para personas con condiciones como el autismo o el TDAH.

El neurólogo Pablo Salinas, académico de la Universidad de Chile, advierte que el cambio puede alterar los ciclos circadianos, provocando sueño excesivo, menor rendimiento y fatiga en los primeros días. Para mitigar estos efectos, recomienda ordenar gradualmente los horarios de sueño, evitar pantallas antes de dormir y mantener un ambiente oscuro y tranquilo durante la noche.

Más allá de las incomodidades generales, el ajuste horario representa un desafío particular para personas neurodivergentes. Según Marcela Cuevas, académica del Departamento de Psicología de la misma universidad, quienes viven con autismo o TDAH requieren rutinas estructuradas, por lo que este tipo de modificaciones impone mayores exigencias de adaptación y puede afectar directamente su funcionamiento diario.

Salinas coincide, señalando que tanto el espectro autista como el déficit atencional suelen implicar dificultades para adaptarse a cambios en la planificación. Por eso, insiste en preparar el nuevo horario con anticipación, sobre todo en el caso de niñas, niños y adolescentes. La profesora Cuevas agrega que, si bien no sería viable mantener un horario distinto para personas neurodivergentes, sí es necesario pensar políticas que consideren sus necesidades y las de otros grupos sensibles ante este tipo de modificaciones.

El debate sobre mantener o no el horario de verano durante todo el año también sigue abierto. El astrónomo José Maza explicó que, si se mantuviera el horario de invierno, el sol saldría muy temprano en diciembre, desaprovechando horas de luz en la mañana. En cambio, el horario de verano desplaza esa luz hacia la tarde, permitiendo una jornada más iluminada tras la salida del trabajo o clases. Sin embargo, también implica que durante el invierno haya mañanas oscuras, lo que afecta la rutina de muchos, especialmente de los escolares.

Así, el cambio de hora no solo es una cuestión técnica, sino que involucra impactos reales en la salud, la vida cotidiana y la inclusión de grupos vulnerables, por lo que sigue siendo motivo de debate público y académico.