Más allá de las medallas y los logros, miles de mujeres deportistas en Chile y el mundo enfrentan una realidad silenciada y persistente: la violencia de género dentro del deporte. Desde comentarios sexistas hasta acoso sexual y discriminación sistemática, el machismo permanece arraigado en canchas, gimnasios y camarines, generando un ambiente hostil para muchas atletas.
Según datos de ONU Mujeres, casi un 21 % de las deportistas profesionales ha sufrido abusos sexuales en la infancia dentro de contextos deportivos, una cifra que duplica la de los hombres (11 %). Esta problemática se intensifica en disciplinas tradicionalmente masculinas, donde las mujeres no solo deben demostrar rendimiento físico sino también lidiar con entornos marcados por desigualdades y abusos. Sin embargo, la violencia de género no siempre es evidente o física; a menudo se presenta de forma sutil a través de la minimización del rendimiento femenino, la sobresexualización o la exclusión de cargos de liderazgo y técnicos.
Ariadna Beneventi, directora de la ONG Intransigentes, enfatiza que aunque el deporte puede ser una vía para el liderazgo y empoderamiento de mujeres, niñas y disidencias, no está exento de los prejuicios sociales que limitan su participación y visibilidad, especialmente en deportes como el fútbol o el básquetbol. En un conversatorio realizado en la Universidad de Santiago de Chile, destacadas deportistas nacionales compartieron sus experiencias para promover prácticas inclusivas y erradicar la violencia de género en el deporte.
La violencia en el ámbito deportivo no solo proviene de agresiones directas, sino también de micro y macro agresiones cotidianas que reflejan desigualdades profundas. La exfutbolista Iona Rothfeld, presidenta de la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino, describe desde cánticos sexistas en los estadios hasta la falta de condiciones básicas como luz o agua caliente en los camarines como formas de violencia. Además, la precariedad laboral, la ausencia de cotizaciones previsionales, la falta de transmisión de partidos y el limitado acceso a espacios deportivos dignos son otras expresiones de violencia que muchas mujeres enfrentan dentro de este ecosistema.
Aunque Chile ha avanzado con el Decreto 22, que establece protocolos para la sanción de acoso y violencia en organizaciones deportivas, aún queda mucho por hacer. Las carencias en infraestructura, la insuficiencia de leyes laborales específicas y la escasez de referentes femeninos visibles dificultan que más mujeres se involucren y permanezcan en el deporte.
Rothfeld también recuerda cómo su sueño de ser futbolista se construyó con modelos masculinos como Ronaldinho, Kaká o Zidane, y reflexiona sobre el impacto que tiene la ausencia de referentes femeninos en la autoestima y aspiraciones de niñas y jóvenes deportistas. Aunque la realidad ha mejorado para las nuevas generaciones, el camino hacia un deporte realmente inclusivo y libre de violencia aún está en construcción.
La violencia de género en el deporte es un reflejo del machismo estructural que persiste en la sociedad y que urge ser enfrentado con políticas efectivas, cambios culturales profundos y el compromiso de toda la comunidad deportiva.