En Santiago, el aviso por parlantes de “persona en la vía” se ha vuelto una frase repetida en los últimos días dentro del Metro. Para muchos usuarios significa interrupciones, atrasos e incomodidad, pero tras esa fórmula se esconde un drama silencioso: intentos de suicidio que activan el código interno conocido como Sigma. Esta señal, utilizada por funcionarios del Metro, es un eufemismo que evita nombrar directamente lo que ocurre, aunque cada vez más santiaguinos entienden lo que realmente significa.
El fenómeno no es aislado. Durante esta última semana, en al menos dos jornadas consecutivas, se ha informado de personas que se lanzaron a las vías, confirmando que el tema ya no es esporádico sino que comienza a marcar pauta en la experiencia urbana. La psicóloga Isabel Puga, del Centro de Salud de la Universidad de Santiago, explica que detrás de estas conductas hay un componente estacional clave: la llamada “primavera gris”. Este término alude a cómo el aumento de la luz y la llegada de días más largos, lejos de animar a todos, puede agudizar los sentimientos de angustia, vacío y desesperanza en quienes enfrentan cuadros de depresión.
“Tenemos un factor estacional, es complejo y multifactorial, donde este patrón ocurre tanto en Chile como en otras partes del mundo”, señala Puga. De acuerdo con la especialista, las cifras de suicidio tienden a aumentar hacia el final de la primavera y el inicio del verano. La razón está en los cambios químicos que provoca la luminosidad en el cerebro: alteraciones en la serotonina y la dopamina, neurotransmisores vinculados al ánimo y al sueño. Estos cambios pueden descompensar a personas que ya viven con condiciones previas de salud mental.
La paradoja de la primavera, dice la psicóloga, está en la energía. Durante el invierno, muchas personas con depresión grave atraviesan una especie de ralentización psicomotora, que les impide incluso concretar un plan suicida. Con la llegada de la luz y el aumento de energía, esa inercia se disipa, pero la desesperanza persiste. “Ahora, con el aumento de la luminosidad, la energía y la primavera, se alivia un poco la falta de energía, pero la ideación suicida y la desesperanza aún persisten, entonces les permite planificar y ejecutar el acto”, explicó Puga.
El Metro, por su parte, se ha convertido en escenario de este drama urbano por su visibilidad y accesibilidad. Es un espacio público, céntrico, donde la inmediatez facilita un acto impulsivo. Puga lo sintetiza así: “Existe mayor accesibilidad, mayor disponibilidad, es un lugar donde puede llegar el público, está en el centro de la ciudad, no hay mayores obstáculos”. Además, la psicóloga sugiere que existe un componente simbólico en hacerlo frente a otros, casi como un acto final de visibilidad.
El aumento de casos Sigma es también un llamado de alerta para el Estado y para la propia empresa de transporte. Expertos recomiendan capacitaciones para que los trabajadores del Metro puedan detectar señales de alerta y acercarse de manera empática a personas en riesgo. Paralelamente, se recuerda que en Chile existe el Fono de Prevención del Suicidio (*4141), un canal disponible para quienes necesiten ayuda inmediata. Mientras tanto, en las estaciones de Santiago, los pasajeros siguen escuchando esa frase que interrumpe el trayecto diario, pero que revela un problema mucho más profundo: la crisis silenciosa de salud mental que atraviesa la ciudad.