Un equipo de investigadores de la Universidad de Chile, en colaboración con centros científicos internacionales, ha publicado un innovador estudio en la revista Frontiers in Ecology and Evolution. Titulado “Diversificación antigua en ambientes extremos: exploración de la biogeografía histórica del mosquito alado antártico Parochlus steinenii” (2024), el trabajo revela cómo esta especie ha sobrevivido y evolucionado en uno de los entornos más hostiles del planeta.
El Dr. Elie Poulin, académico de la Universidad de Chile y director del Instituto Milenio Ecosistemas Antárticos y Subantárticos (BASE), destacó que la investigación aporta información clave sobre la biodiversidad polar y el impacto del cambio climático. “El análisis genético muestra que estas poblaciones han superado múltiples periodos glaciales refugiándose en zonas protegidas del continente”, explicó. “Este insecto es un testimonio de la resistencia biológica y la capacidad de adaptación a condiciones climáticas extremas”, agregó.
El estudio comparó muestras genéticas de diversas poblaciones de Parochlus steinenii en la Antártica y en áreas subantárticas, revelando patrones de aislamiento prolongado y divergencia genética. Los hallazgos sugieren que estos insectos han logrado regenerarse tras largos periodos de glaciación, lo que refuerza su relevancia en un contexto de calentamiento global acelerado.
Por su parte, la bióloga Claudia Maturana, investigadora de la Universidad de Chile y del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC), enfatizó la importancia del estudio para comprender los efectos del cambio climático en la fauna polar. “Esta mosca no solo refleja la historia climática de la Antártica, sino que también nos ayuda a anticipar cómo otras especies enfrentarán las crisis ambientales futuras”, afirmó. Maturana ha dedicado su carrera al estudio de ecosistemas polares, reconocimiento que le valió el Premio L’Oréal Chile – Unesco For Women in Science 2021.
Los ecosistemas antárticos y subantárticos, altamente especializados, enfrentan amenazas crecientes debido al cambio climático y la actividad humana. “El estudio de esta especie nos permite trazar un mapa evolutivo de cómo la vida puede resistir y prosperar en condiciones extremas. Esto es fundamental para diseñar estrategias de conservación en un mundo en transformación”, señaló el Dr. Poulin.
El estudio también resalta la necesidad de valorar el papel de los insectos en el equilibrio ecológico. “En la Antártica, donde las cadenas tróficas son más simples, los insectos cumplen funciones vitales. Son indicadores biológicos clave para comprender cómo reaccionan los ecosistemas ante el cambio climático”, agregó Maturana.
Este trabajo contó con la participación de investigadores de la Universidad de Magallanes, la Universidad de Cambridge, la Pontificia Universidad Católica de Chile, la Universidad de Barcelona y la Universidad Austral de Chile, entre otras instituciones. “La Antártica es un recordatorio de la importancia de la colaboración científica global. Solo uniendo esfuerzos podremos enfrentar los desafíos climáticos que nos esperan”, concluyó el Dr. Poulin.