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El nuevo protocolo que une a agricultores y apicultores en defensa de las abejas

El Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) acaba de poner sobre la mesa un recordatorio que toca directamente a la sobrevivencia de la apicultura nacional: durante todo octubre, los apicultores y apicultoras del país deberán declarar sus apiarios y colmenas en el Sistema de Información Pecuaria Apícola (SIPEC Apícola). Lejos de ser un mero trámite burocrático, esta actualización de datos será clave para que la industria apícola pueda acceder a subsidios estatales, programas oficiales de control sanitario y, lo más importante, resguardar a las abejas frente a la amenaza de plaguicidas.

La declaración puede hacerse en línea a través de la plataforma sipecweb.sag.gob.cl o directamente en las oficinas regionales del organismo, mediante el Formulario de Registro de Apicultores y Declaración de Apiarios (FRADA). El llamado del SAG no es casual: la apicultura no solo se enfrenta a desafíos de producción, sino también a riesgos ambientales cada vez más urgentes.

Uno de los cambios más relevantes que trae el SIPEC Apícola es que desde enero de 2026 comenzará a operar el Sistema de Avisaje de Plaguicidas para productos catalogados como muy tóxicos para las abejas, y desde abril de ese mismo año para los considerados moderadamente tóxicos. Esto implica que los agricultores tendrán la obligación de avisar con al menos 48 horas de anticipación a los apicultores registrados cuando realicen aplicaciones de químicos que puedan poner en riesgo a las colmenas.

La medida busca generar una red de protección real y efectiva. Para que funcione, la información declarada por los apicultores será el eje central: ubicación de apiarios, cantidad de colmenas y datos de contacto deben estar siempre actualizados. Solo así se podrá garantizar una notificación directa y oportuna frente al uso de pesticidas. Es, en la práctica, una herramienta de alerta temprana para evitar muertes masivas de abejas.

En un contexto donde la polinización es esencial para la producción agrícola del país y donde los apicultores suelen verse invisibilizados en la cadena de valor, la implementación del sistema es un paso significativo hacia un modelo más responsable y coordinado. La relación entre agricultores y apicultores, que históricamente ha tenido tensiones, ahora contará con un canal formal que podría reducir riesgos y, al mismo tiempo, elevar la calidad de los procesos productivos.

El mensaje del SAG es claro: sin información actualizada no hay forma de proteger a las abejas ni de potenciar la apicultura nacional. Declarar los apiarios no es una opción, es una obligación que podría marcar la diferencia en la sostenibilidad de uno de los sectores más vulnerables y estratégicos de la agricultura chilena.

Una comuna, un cerro y 80 razones para cuidar el planeta

Cerca de 80 voluntarios se reunieron el pasado 25 de julio para transformar el Cerro La Ballena, uno de los cerros isla más relevantes del Gran Santiago, en un punto de encuentro entre la comunidad y la acción ambiental. La jornada, impulsada por el movimiento ambiental SíMiPlaneta Chile y la iniciativa local Parque Natural Cerro La Ballena, no solo sirvió para retirar más de 640 kilos de residuos —desde escombros hasta electrodomésticos abandonados—, sino que también encendió una conversación urgente sobre el rol de estos espacios naturales en el equilibrio urbano.

Más allá de la limpieza, la jornada incorporó una charla educativa con foco en los principios del “No Deje Rastro”, una guía clave para quienes transitan entornos naturales sin degradarlos. La actividad tuvo un fuerte componente formativo al integrar a estudiantes de dos escuelas de la comuna, sumando nuevas generaciones a la defensa del ecosistema local.

Felipe, fundador del Parque Natural Cerro La Ballena, lo resumió así: “Este cerro tiene un valor ecológico y social enorme. Es refugio de biodiversidad y también un lugar de encuentro para la comunidad”. Entre su vegetación nativa, como el quillay y el natre, y aves locales como el tiuque, el peuco o la tenca, La Ballena destaca como un corredor biológico esencial para el equilibrio medioambiental en medio del cemento.

La sinergia entre organizaciones fue fundamental. SíMiPlaneta; el brazo verde del Grupo Por Un País Mejor impulsado por Farmacias del Dr. Simi, aportó recursos, voluntariado y visión territorial, demostrando que el cruce entre comunidad, educación y acción concreta puede generar transformaciones sostenidas. Desde la organización destacaron que “acciones como esta permiten que más personas, sobre todo niñas y niños, se conecten con la naturaleza y comprendan el valor de cuidarla”.

La restauración del Cerro La Ballena no es solo una limpieza puntual, es parte de una serie de esfuerzos por reimaginar el vínculo entre ciudad y naturaleza. En tiempos donde el colapso ambiental ya no es una teoría sino una evidencia, experiencias como esta reafirman que las respuestas también están en lo local, en la tierra bajo nuestros pies.