El presidente chileno Gabriel Boric generó debate en redes sociales tras referirse a la influencia del anime japonés en su vida, mencionando clásicos como Capitán Tsubasa, Dragon Ball y Caballeros del Zodíaco, así como el juego Pokémon Yellow. Boric confesó que, aunque en su juventud estas animaciones y videojuegos marcaron su infancia, actualmente se inclina más por la literatura japonesa. Sus declaraciones fueron rápidamente criticadas por algunos sectores en Chile, que consideraron sus palabras como frívolas o irrelevantes frente a temas políticos y diplomáticos de mayor importancia.
Sin embargo, lejos de ser un desacierto, las palabras del mandatario tienen un eco muy distinto en Japón, donde el anime es una fuente de orgullo nacional y un componente cultural fundamental. Prueba de ello fue cuando en 2018 Shigeru Ishiba, entonces Primer Ministro, inauguró un museo dedicado a Dragon Ball Z disfrazado de Majin Boo, una muestra clara del valor simbólico que el anime tiene en la sociedad nipona. Además, para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, Gokú, junto a otros personajes emblemáticos como Sailor Moon y Naruto, fue nombrado embajador cultural para promover la identidad y atractivo de Japón en el mundo.
Riko Iizumi, académica experta en cultura japonesa de la Universidad de Santiago, explica que el anime forma parte central de la estrategia “Cool Japan” que desde 2013 busca difundir la cultura japonesa globalmente, estimulando no solo el turismo, sino también el aprendizaje del idioma y la difusión de otros productos culturales y comerciales nipones. Según Iizumi, el anime no solo entretiene, sino que también transmite valores culturales y mensajes profundos tanto para niños como para adultos, un aspecto que a menudo se subestima en Chile, donde algunos reducen esta cultura a la etiqueta de “otaku” sin entender su complejidad y alcance.
La especialista también destaca el impacto económico que el anime genera en Japón, con gobiernos locales invirtiendo en festivales y museos que atraen a miles de fans internacionales. Estos visitantes realizan verdaderos “peregrinajes” para conocer lugares emblemáticos del anime, contribuyendo a la economía local. No obstante, señala que esta masiva afluencia a veces supera la capacidad de los municipios para atender a tantos turistas.
Así, mientras en Chile las palabras de Boric provocaron debate y críticas, en Japón reflejan la profunda conexión cultural y el papel que el anime juega como símbolo y motor social, económico y diplomático en la era moderna.