Con el término del verano, muchas personas deben retomar sus actividades laborales, estudiantiles y familiares, enfrentando el desafío de volver a la rutina tras un período de descanso. Este proceso, conocido como “estrés postvacacional”, puede generar ansiedad, irritabilidad, alteraciones del sueño e incluso dificultades de concentración, afectando la salud física y mental.
Antonio Letelier, académico de la Escuela de Psicología de la Universidad de Santiago, explica que marzo representa un ajuste significativo en la vida cotidiana, ya que implica reorganizar horarios de sueño, alimentación y actividades familiares. “Este reajuste puede generar síntomas de estrés y ansiedad, como dolores de cabeza, fatiga o alteraciones en el estado de ánimo. Es importante abordarlo con anticipación para minimizar su impacto”, señala el especialista.
Una planificación adecuada es clave para reducir estos efectos. Letelier recomienda restablecer progresivamente los horarios de sueño y alimentación antes del regreso a la rutina, además de organizar con tiempo las compras necesarias, como útiles escolares o implementos de trabajo. Asimismo, sugiere establecer prioridades y definir un calendario con las actividades más relevantes del mes, evitando la sobrecarga de tareas en los primeros días.
Según un estudio de la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), el 40% de los trabajadores en Chile reporta niveles elevados de estrés, una cifra que podría aumentar con el fin de las vacaciones. El académico advierte que quienes no tuvieron un descanso adecuado o enfrentan ambientes laborales exigentes son más propensos a experimentar estos síntomas. “Es fundamental identificar señales de agotamiento y, si es necesario, buscar apoyo profesional para manejar mejor la transición”, indica Letelier.
Enfrentar marzo con una estrategia clara y medidas de autocuidado puede hacer que el regreso a la rutina sea más llevadero, permitiendo adaptarse de manera saludable a las exigencias del nuevo año.