El apagón masivo que afectó este martes a gran parte del país, desde Arica y Parinacota hasta Los Lagos, puso en debate la fragilidad de la red eléctrica interconectada de Chile.

El Sistema Eléctrico Nacional (SEN), creado en 2017, unifica las antiguas redes del norte grande (SING) y del centro-sur (SIC), abarcando más de 3.100 km desde Arica hasta Chiloé. Su diseño interconectado permite el flujo de energía entre distintas regiones, pero también implica que una falla en un punto puede afectar a todo el sistema.

El reciente apagón se originó en la estación Nueva Pan de Azúcar – Polpaico, en la región de Coquimbo, provocando cortes de suministro para ocho millones de hogares. Según Héctor Chávez, director del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Usach, es extremadamente inusual que dos líneas de transmisión fallen simultáneamente sin una causa extraordinaria.

La red eléctrica funciona como una “autopista de la energía”, donde la electricidad se genera en diversas centrales (termoeléctricas, hidroeléctricas, eólicas, solares, entre otras), luego se transporta a través de líneas de alta tensión hasta subestaciones que reducen su voltaje, antes de distribuirla a los hogares mediante redes de media y baja tensión.

Para garantizar su funcionamiento, el Coordinador Eléctrico Nacional (CEN) supervisa la operación del sistema, asegurando el acceso a las redes de transmisión y la seguridad del servicio. Creado en 2017 tras la interconexión de los dos antiguos sistemas, el CEN es un organismo independiente encargado de coordinar la generación, transmisión y distribución de energía en el país.

Este incidente resalta la necesidad de fortalecer la infraestructura eléctrica y revisar los protocolos para evitar cortes de esta magnitud en el futuro.