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El plan para repoblar con guanacos la cordillera central de Chile

En un movimiento que busca reescribir la relación entre Santiago y su cordillera, dieciséis guanacos fueron trasladados desde el fundo El Trapiche, en Longotoma, hacia tres santuarios de la naturaleza en la Región Metropolitana. El operativo marca el inicio de un proceso inédito en Chile: repoblar la cordillera con esta especie icónica mediante centros de reproducción que, en el mediano plazo, permitirán liberar a los animales en su ecosistema original.

Este proyecto piloto, que une a instituciones públicas, privadas y académicas, se enmarca en el concepto de rewilding, un enfoque de conservación que propone restaurar ecosistemas con acciones activas. El objetivo es múltiple: recuperar poblaciones silvestres de guanacos, revitalizar los frágiles ecosistemas altoandinos, impulsar el turismo de naturaleza, promover investigación científica y enfrentar amenazas históricas para la especie. La apuesta no es menor, considerando que el guanaco, el mayor mamífero terrestre de Chile, hoy representa poco más del 5% de su población precolombina.

“El guanaco cumple un rol fundamental en la dinámica de los ecosistemas altoandinos. Su presencia no solo aporta a la biodiversidad, sino también ayuda a mantener vegas, praderas y humedales, ecosistemas frágiles que dependen de su presencia. Este esfuerzo marca un hito para recuperar la función ecológica de una especie clave en la zona central de Chile”, señaló Benito A. González, académico de la Universidad de Chile y director del proyecto GORE.

Los animales, donados por la empresa Sopraval tras el cierre de un plan de manejo iniciado en 2007, se convierten en el núcleo fundador de un ambicioso programa de conservación a largo plazo. Según Cristián Saucedo, director de Vida Silvestre de Fundación Rewilding Chile, “estos 16 guanacos serán parte del núcleo fundador de un programa de conservación a largo plazo. Nuestro objetivo es que, en el mediano plazo, puedan volver a ocupar y utilizar áreas desde donde desaparecieron, así como los corredores naturales que unen la cordillera central de Chile con áreas protegidas argentinas colindantes con la RM”.

Los santuarios que reciben a estos guanacos —San Francisco de Lagunillas, Cascada de las Ánimas y El Plomo— cumplen un rol estratégico al estar insertos en un territorio continuo de casi 200 mil hectáreas. Se trata de un corredor binacional que conecta la Región Metropolitana con reservas argentinas como el Volcán Tupungato y la Laguna del Diamante, un espacio clave para especies migratorias y emblemáticas como el puma y el cóndor. “Este es un paso decisivo para evitar la extinción local del guanaco en la zona central”, afirmó Sara Larraín, presidenta de la Red de Santuarios de la Región Metropolitana.

Para lograrlo, los centros de reproducción cuentan con instalaciones adaptadas a la especie: cierres perimetrales, áreas de resguardo, bodegas, vigilancia mediante cámaras y cuidadores especializados. La idea es preparar a los guanacos para su reinserción en hábitats dentro de su rango histórico, donde puedan desarrollar habilidades sociales y conductuales necesarias para sobrevivir en la naturaleza.

Este plan se sostiene en una red de colaboración inédita. La Universidad de Chile, Fundación Rewilding Chile, la Red de Santuarios de la Región Metropolitana y el Gobierno Regional trabajan junto a Conaf, el Ministerio de Medio Ambiente, el SAG, municipios y cámaras de turismo para consolidar un modelo de conservación que busca ser replicable. Más allá de la ciencia y la gestión territorial, la llegada de estos guanacos representa un acto simbólico: recuperar un pedazo de la memoria natural de la cordillera y devolverle su rol como escenario vivo, no solo como telón de fondo de la ciudad.

La apuesta chilena por un sistema integral de salud para los humedales

Los humedales, al igual que los bosques, son considerados pulmones vitales del planeta. Su capacidad para capturar dióxido de carbono, liberar oxígeno, suministrar agua potable y albergar el 40% de las especies terrestres y marinas los convierte en ecosistemas esenciales. Sin embargo, en Chile —donde representan cerca del 5,9% del territorio— enfrentan un futuro incierto. En el último siglo, alrededor del 60% de estos espacios han desaparecido debido al impacto humano, la contaminación y la crisis climática.

Conscientes de esta urgencia, la Universidad de Santiago de Chile impulsa el proyecto Fondef “Investigación y desarrollo de ECO-H”, un módulo de diagnóstico, predicción y visualización en tiempo real de la salud integral de los humedales. Liderado por el Dr. Juan Carlos Travieso, investigador de la Facultad Tecnológica, el plan busca innovar en el monitoreo y generar una herramienta capaz de entregar información útil para la conservación. “Lo que buscaremos desarrollar es una plataforma tecnológica para conocer el estado actual de los humedales, predecir la tendencia futura y generar recomendaciones para su conservación o recuperación”, explica el académico.

La propuesta combina imágenes satelitales históricas, datos ambientales y algoritmos avanzados para realizar diagnósticos ágiles, predicciones confiables y alertas tempranas. Según Travieso, uno de los principales problemas de los sistemas actuales es que los datos recolectados no se convierten en conocimiento práctico. “Actualmente, se realizan estudios ecosistémicos en el contexto de litigios con mineras, empresas o comunidades, y se requieren paneles de expertos que pueden demorar entre tres y seis meses en emitir un informe. En cambio, con esta tecnología queremos entregar diagnósticos ágiles y predictivos, con capacidad de alertar de manera temprana sobre cambios en los ecosistemas”, señala.

El proyecto, que se extenderá por dos años, cuenta con la colaboración de Andes Electrónica, especialista en monitoreo tecnológico, y la Fundación Valle Lo Aguirre, administradora de la Laguna Carén, donde se realizará el piloto inicial. También recibe el respaldo de la Vicerrectoría de Investigación, Innovación y Creación de la Usach, a través del programa Puente DGT. El prototipo se instalará en Laguna Carén, reconocida por su biodiversidad de aves, y se espera escalarlo a nivel nacional, con la ambición de expandirlo a ecosistemas internacionales en una etapa posterior.

Más allá del inventario de humedales ya existente en Chile, ECO-H busca avanzar hacia un sistema integral que permita evaluar la salud de estos espacios, anticipar escenarios críticos y recomendar medidas de restauración o conservación. Con ello, el país podría contar con una herramienta tecnológica única en la región para enfrentar la crisis hídrica y ambiental, transformando la forma en que se protege y gestiona uno de los ecosistemas más valiosos y amenazados del planeta.

La liebre europea rompe fronteras y llega a Atacama

Aunque para muchos resulta común ver liebres y conejos en distintos rincones de Chile, pocos saben que ninguno de los dos animales es nativo. Ambos fueron introducidos hace más de un siglo y, desde entonces, su expansión ha sido imparable. Un reciente estudio liderado por el investigador Gabriel Lobos, del Centro de Estudios de Vida Silvestre de la Universidad de Chile, confirma que la liebre europea (Lepus europaeus) ya rompió la barrera natural que hasta ahora la había mantenido limitada a Copiapó y alcanzó el extremo norte, colonizando incluso ambientes extremos como el Desierto de Atacama y el altiplano andino.

Lo preocupante no es solo la llegada, sino el impacto que este animal invasor podría tener en ecosistemas donde cada planta y especie endémica cumple un rol irremplazable. A diferencia del sur de Chile, donde ya se sabe que liebres y conejos compiten directamente con la ganadería ovina, en el norte la amenaza está dirigida a la vegetación escasa y altamente frágil, así como a especies en peligro crítico como las chinchillas de cola corta y de cola larga. La expansión de la liebre altera la composición de la flora, aumenta la competencia con herbívoros nativos y pone en jaque la supervivencia de animales cuya existencia depende de un delicado equilibrio en zonas áridas.

El estudio también advierte que las liebres se asocian estrechamente a los canales de regadío, lo que las convierte en un riesgo no solo para la biodiversidad, sino también para la agricultura del norte de Chile. Regiones como las cuencas de los ríos Loa, Copiapó, Azapa o Tana ya muestran señales de invasión, y con ellas la posibilidad de pérdidas económicas para agricultores locales. La experiencia histórica con conejos demuestra que, si no se toman medidas preventivas, los efectos pueden ser difíciles de revertir.

Pero la liebre también ha comenzado a integrarse a la cadena trófica local. Investigaciones muestran que carnívoros como el zorro culpeo y el puma han modificado su dieta para incorporar a esta presa abundante, compensando la disminución de especies nativas producto del cambio climático, la sequía y la pérdida de hábitat. Aun así, Lobos advierte que eliminar completamente a la liebre podría generar un efecto dominó en los depredadores que hoy dependen de ella, lo que hace aún más complejo cualquier plan de erradicación.

El desafío, por ahora, está en el monitoreo y en la evaluación constante de su impacto real. Aunque la caza ha sido hasta ahora la principal medida de control, no existen estrategias masivas de manejo como las que se aplican con los conejos. Mientras tanto, la presencia creciente de la liebre europea en zonas extremas del país abre un debate urgente sobre cómo proteger la flora, los herbívoros endémicos y la agricultura del norte sin desestabilizar a los depredadores que ya han aprendido a convivir con esta especie invasora.

Rapa Nui secuencia su biodiversidad estudiantes isleños exploran el ADN de sus especies nativas

Entre el 28 y el 30 de abril, una expedición científica encabezada por la Universidad de Chile llegó a Rapa Nui con una doble misión: secuenciar por primera vez el ADN de dos especies endémicas; el ave Petrel de Henderson (Pterodroma atrata) y el caracol marino Pure (Monetaria caputdraconis), y acercar la ciencia genómica a estudiantes de la isla. La actividad, parte del Proyecto 1000 Genomas, representa un avance significativo tanto en el estudio de la biodiversidad chilena como en la democratización del conocimiento científico.

El objetivo principal de la secuenciación es entender la diversidad genética de estas especies únicas, evaluar cómo se han adaptado a su ecosistema insular y detectar posibles amenazas a su supervivencia. Esta información es esencial para el diseño de estrategias de conservación efectivas, especialmente en un contexto de creciente presión ambiental por el cambio climático y la actividad humana.

Pero el valor de esta misión no se limita al ámbito académico. Para Miguel Allende, director del Instituto Milenio Centro de Regulación del Genoma (IM-CRG), esta expedición es también un hito educativo: por primera vez, jóvenes rapanui de tercero y cuarto medio tendrán acceso directo a tecnologías de secuenciación de ADN en tiempo real, participando activamente en un proceso científico de alto nivel. “Es una manera poderosa de despertar vocaciones, fortalecer el vínculo entre identidad y ciencia, y que la propia comunidad se convierta en protagonista de la conservación de su entorno”, aseguró el académico.

La delegación que desarrolla el trabajo en terreno está compuesta por investigadores, autoridades gubernamentales y científicas como Juliana Vianna, de la Pontificia Universidad Católica, y Héctor Ramírez, del Centro de Modelamiento Matemático. También viajó el subsecretario de Ciencia, Cristian Cuevas, quien destacó la colaboración interdisciplinaria y la integración comunitaria de la iniciativa. “Necesitamos datos y evidencia para avanzar hacia un desarrollo sostenible. Este es un ejemplo concreto de cómo la ciencia puede generar impacto real en los territorios”, afirmó.

Uno de los hitos de la visita es el “Taller de Biodiversidad en Ambientes Extremos”, organizado por el IM-CRG y la Iniciativa 1000 Genomas, con el respaldo de Oxford Nanopore y Congreso Futuro. La actividad permitirá a estudiantes manipular tecnología de vanguardia y explorar directamente el genoma de especies que forman parte de su patrimonio biológico. Como cierre, el 30 de abril se celebrará una feria científica en el Marae de Hanga Piko, abierta a la comunidad, con actividades interactivas, exposiciones fotográficas y espacios de diálogo con investigadores.

El Proyecto 1000 Genomas, impulsado por el IM-CRG y respaldado por nueve universidades del país, busca secuenciar la biodiversidad chilena en un esfuerzo conjunto por generar conocimiento de frontera y formar capital humano en áreas estratégicas. Esta labor científica, particularmente significativa en zonas remotas como Rapa Nui, busca no solo documentar la riqueza biológica nacional, sino también involucrar a las comunidades en su resguardo, promoviendo una ciencia más inclusiva y conectada con el territorio.

Lanzan herramienta global para restaurar ecosistemas con apoyo de pueblos indígenas

En el marco del Día Internacional de la Madre Tierra, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) presentó en Roma una nueva iniciativa destinada a revolucionar el monitoreo de la restauración de ecosistemas a nivel mundial. Se trata de AIM4NatuRe (Acelerando el Monitoreo Innovador de Restauración de la Naturaleza), un ambicioso proyecto respaldado por el Reino Unido con una inversión de siete millones de libras esterlinas, que busca traducir los compromisos globales de restauración ecológica en resultados tangibles y duraderos.

La propuesta parte de una constatación alarmante: más del 80 % de los países carecen de capacidades técnicas para recopilar datos sobre restauración ambiental, según una encuesta reciente del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB). En respuesta, la FAO asume el liderazgo para implementar soluciones tecnológicas que permitan monitorear de manera precisa los avances en la restauración de ecosistemas, en línea con la Meta 2 del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, que busca restaurar al menos el 30 % de los ecosistemas degradados para 2030.

Uno de los pilares del programa es el enfoque biocéntrico, que prioriza el bienestar de todos los seres vivos, y que se implementará con especial énfasis en la cosmovisión de los pueblos indígenas. Proyectos piloto ya están en marcha en Perú y Brasil. En el primero, se desarrollan acciones conjuntas con el Gobierno en el Corredor Andino Sur, que abarca Cusco, Apurímac y Arequipa. En el segundo, se trabaja con el pueblo Xukuru en el bioma de la Caatinga y se planea extender el alcance a otros territorios indígenas restituidos, en coordinación con el Ministerio de Pueblos Indígenas.

Para QU Dongyu, Director General de la FAO, esta herramienta transformará el modo en que los países abordan la restauración ecológica, aportando soluciones técnicas, conocimientos especializados y datos verificables que permitan medir la efectividad real de sus acciones. La ministra británica de Clima, Kerry McCarthy, destacó que AIM4NatuRe amplía el alcance de AIM4Forests; una iniciativa previa enfocada en bosques, y reafirma el compromiso del Reino Unido con la protección del medioambiente y el empoderamiento de las comunidades que lo custodian.

Además de generar una base de datos global, la FAO busca garantizar la interoperabilidad de los sistemas de información y la estandarización de formatos, lo que permitirá a los países compartir y comparar sus progresos con mayor transparencia. Asimismo, se publicarán documentos técnicos y marcos metodológicos para guiar a los gobiernos en la recolección y uso de datos sobre restauración.

La iniciativa también fue presentada en la reciente reanudación de la COP16 del CDB en Roma, donde se reiteró la urgencia de avanzar hacia metas ambientales ambiciosas con respaldo tecnológico y participación comunitaria. AIM4NatuRe representa un paso clave para convertir las promesas en acciones concretas y sostenidas, con un enfoque que combina ciencia, inclusión y justicia ecológica.

La lucha por la biodiversidad en el Valle de Huasco frente a la industria energética

Ubicado en la región de Atacama, el valle de Huasco es un oasis de biodiversidad en el desierto más árido del mundo, reconocido por el fenómeno del desierto florido, donde especies endémicas y paisajes únicos surgen tras las lluvias. Sin embargo, décadas de industrialización y contaminación, junto con la falta de políticas ambientales efectivas, han puesto en serio peligro este frágil ecosistema.

El reportaje expone el impacto de la minería y las termoeléctricas en la salud de las comunidades locales y en especies endémicas, como las cactáceas Eriosyce napina y Copiapoa dealbata. Los altos niveles de metales pesados en el suelo y el aire han sido vinculados con un aumento en enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares entre la población. A lo largo de la investigación, se destaca la resistencia de organizaciones locales que luchan por preservar su patrimonio natural ante los proyectos extractivos y una transición energética mal gestionada. Las voces de activistas exigen políticas públicas más estrictas y una educación ambiental más sólida para proteger el valle.

Alicia Tapia Pizarro, artesana y defensora del valle del Huasco, subraya que “si de verdad queremos energías renovables para nuestros territorios, está en el suelo, en la vida. Imagínense la gran cantidad de medicina que existe en el desierto de Atacama que ni siquiera ha sido estudiada”. Esta reflexión pone en evidencia el valor no solo ambiental, sino también cultural y medicinal del desierto, un patrimonio que podría desaparecer si no se toman medidas urgentes.

Soledad Fuentealba, activista socioambiental de la zona, resalta las deficiencias de la legislación medioambiental en Chile, que según ella, protege más a las empresas extractivas que a las comunidades. “La dificultad está en la legislación medioambiental, que más que proteger a las comunidades o a la salud de la gente, protege a las empresas”, señala Fuentealba, evidenciando la impotencia que sienten los habitantes frente a la falta de respuestas.

El impacto ambiental en el valle de Huasco no se limita solo a la contaminación del aire y el suelo. La expansión de las actividades mineras y energéticas ha llevado a la destrucción de hábitats naturales, afectando gravemente a la flora y fauna de la región. Jorge Godoy Fritis, guardaparque del Parque Nacional Llanos de Challe y fotógrafo naturalista, describe la situación con preocupación: “Recorrer cualquier cerro aledaño a Huasco es encontrarse con polvillo negro. Especies como Eriosyce napina y Eriosyce crispa (cactáceas en peligro de extinción) están inmersas dentro de un polvillo que inclusive es capaz de modificar su color”.

El reportaje forma parte de la iniciativa “Narrar la TEJ”, que busca visibilizar las tensiones entre el desarrollo energético y la justicia socioambiental en América Latina, amplificando las voces de las comunidades afectadas. Este trabajo es un llamado a la reflexión y la acción global: la protección del valle de Huasco y su desierto florido no solo es un derecho de sus habitantes, sino un compromiso con la biodiversidad y las generaciones futuras.

Cuando la biotecnología mira al pasado para salvar el presente

El equipo científico internacional logró un avance notable en biotecnología al replicar ciertas características del extinto lobo gigante (Canis dirus) mediante modificaciones en el ADN del lobo gris, su pariente más cercano. Aunque no se trata de una resurrección completa, como en la ciencia ficción, el experimento abre la puerta al uso de herramientas genéticas para fines de conservación. Desde Chile, expertos destacan el potencial de esta tecnología para proteger especies en peligro.

Miguel Allende, director del Instituto Milenio Centro de Regulación del Genoma, explica que la “recuperación parcial” consistió en insertar genes del lobo extinto en el genoma del lobo gris para recrear ciertos rasgos físicos, un proceso complejo pero técnicamente posible gracias a tecnologías como CRISPR. Juliana Vianna, investigadora en genómica evolutiva de la Universidad Católica y coordinadora del proyecto 1000 Genomas, detalla que se realizaron 20 modificaciones en 14 genes, logrando replicar características como el pelaje y la forma del cráneo del lobo gigante.

Ambos científicos coinciden en que el verdadero valor de estas técnicas radica en su capacidad para preservar la biodiversidad actual. Vianna subraya que no se trata solo de traer especies de vuelta, sino de prepararlas para sobrevivir en el contexto ambiental actual. El proyecto 1000 Genomas, que estudia especies chilenas vivas y amenazadas, busca precisamente secuenciar su información genética para diseñar estrategias de conservación más efectivas, incluyendo adaptaciones que les permitan resistir enfermedades o el cambio climático.

Allende no descarta que en el futuro cercano se puedan aplicar estas herramientas en especies emblemáticas chilenas, utilizando la edición genética para dotarlas de mayor resistencia. Aunque la desextinción completa sigue siendo improbable, los científicos chilenos ya están utilizando estas tecnologías para proteger el presente y futuro de nuestra biodiversidad. La ciencia, más que revivir el pasado, ofrece hoy una poderosa herramienta para cuidar la vida que aún nos queda.

Realizan el primer Inventario de Biodiversidad del Campus Guayacán, Coquimbo

En la comunidad de la Universidad Católica del Norte se formó el grupo de voluntarios y voluntarias que durante el mes de septiembre y octubre realizarán avistamientos y registros fotográficos, con el fin de levantar un catastro de las especies del campus.

Para Roberto Moreno Gutiérrez, jefe del Departamento de Servicios y Obras, “este trabajo es muy importante porque por primera vez se realizará este inventario que permitirá conocer qué especies habitan en el campus y de qué forma debemos protegerlas, además este estudio será presentado en el Reporte de Sostenibilidad 2023 de la institución”.

Por su parte, Kathalina Silva Caquisani, encargada de UCN + Sustentable, señaló que el proyecto se extenderá por tres semanas, donde trabajarán con un grupo de 15 voluntarios y voluntarias, quienes se dividirán para recorrer las cinco zonas del campus que fueron delimitadas para hacer más eficiente la búsqueda y cubrir toda la extensión del Campus.

Toda esta información se va subir a iNaturalist que es una plataforma que fomenta la observación de la naturaleza, así como el registro y divulgación de la biodiversidad y permite conocer más acerca de la distribución y ciclos de vida de las especies que habitan en el país.

Así lo explicó Bastián Riveros Flores, estudiante de Biología Marina UCN e integrante del grupo de observación Simbiontes, quienes crearon el proyecto Campus Guayacán dentro de iNaturalist para poder circunscribir lo identificado y poder tener un registro más completo. “Nosotros como estudiantes amantes de la biodiversidad valoramos mucho esta iniciativa UCN,  que se suma al trabajo que iniciamos hace algunos años y que nos permitirá conservar estas especies, y tener un mejor manejo de la biodiversidad del campus”.