Con el cierre del primer semestre escolar en casi todo el país, comenzaron las vacaciones de invierno para niñas, niños y adolescentes. Aunque el receso significa descanso para ellos, muchas familias se enfrentan a un viejo dilema: cómo compatibilizar estas dos semanas de pausa con rutinas laborales que, en general, no se detienen. Frente a esta tensión, académicas expertas en educación llaman a adoptar una mirada realista y flexible, centrada en rutinas adaptativas, tiempo de calidad y experiencias significativas en casa o el entorno más cercano.

Para Llery Ponce Pradenas, académica del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile, la palabra clave durante estas semanas es “flexibilidad”. Si bien recomienda relajar ciertas normas como los horarios de levantarse y acostarse, insiste en mantener “anclas” en la rutina diaria, como las comidas y el sueño. Esto entrega a las y los menores un marco de seguridad emocional desde el cual explorar y disfrutar. Anticipar actividades a través de un calendario visible o una conversación la noche anterior también ayuda a ordenar los días y mantener la motivación. Involucrarlos en la planificación refuerza su autonomía y sensación de pertenencia.

La directora del Instituto de Estudios Avanzados en Educación (IE), Macarena Silva, coincide en la importancia de conservar cierta estructura. Aunque es saludable flexibilizar, advierte que eliminar por completo las rutinas de sueño puede afectar el desarrollo. También propone que las familias se organicen con anticipación para compartir el cuidado y aprovechar la oferta de clubes de invierno, actividades municipales o visitas a museos. Sin embargo, matiza: el aburrimiento no es el enemigo. En dosis adecuadas, fomenta la creatividad y la búsqueda autónoma de actividades que no requieren grandes recursos, como cocinar, ordenar o hacer manualidades.

En cuanto a opciones para mantener la mente activa, la lectura sigue siendo una aliada clave. No solo cuentos o novelas: los libros informativos sobre temas como animales, ciencia o el espacio pueden despertar intereses inesperados. Para Silva, escribir también es una excelente herramienta creativa y emocional, ya sea inventando historias, juegos o pequeñas publicaciones caseras. El juego, lejos de ser una distracción, es central en el aprendizaje durante las vacaciones. Según Ponce, salir al aire libre o compartir experiencias en familia, como cocinar o visitar lugares culturales, tiene un impacto positivo tanto en lo cognitivo como en lo emocional. No se trata de replicar el aula en casa, sino de crear espacios donde explorar, imaginar y aprender con libertad.

Las vacaciones no deben ser una extensión de la presión escolar ni una batalla con los horarios laborales. Son una oportunidad para reconectar, descubrir y jugar. A veces basta con salir a la plaza, mirar el cielo o inventar un juego para que el descanso cobre verdadero sentido.