Una interrupción masiva del suministro eléctrico dejó este lunes a gran parte de España, Portugal y zonas del País Vasco francés a oscuras a las 12:30 del mediodía, hora local. La falla paralizó servicios esenciales de transporte y comunicación, mientras las autoridades luchan por restablecer el sistema, una tarea que podría prolongarse entre seis y diez horas. Hasta ahora, no se ha identificado con certeza la causa del apagón, aunque ya se barajan hipótesis que van desde una falla técnica hasta un posible ciberataque.
El fenómeno guarda ciertas similitudes con el corte eléctrico que afectó a Chile el pasado 25 de febrero. Así lo advierte Luis Llanos, académico del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile, quien señala que en ambos casos la falla ocurrió en plena hora solar, cuando las plantas fotovoltaicas operaban a su máxima capacidad. Según el experto, esto podría haber causado una sobrecarga en las líneas de transmisión, que, sumada a fluctuaciones atmosféricas, habría provocado una desconexión generalizada y un efecto dominó en el sistema eléctrico.
A diferencia de cortes localizados, este tipo de fallas sistémicas tienen como característica principal su rápida propagación y la dificultad de recuperación. Llanos explica que, tal como ocurrió en Chile, la falla en la Península Ibérica se diseminó sin poder ser contenida, afectando grandes áreas y generando complicaciones en el proceso de reconexión. No obstante, advierte que aún es pronto para determinar si ambas situaciones comparten una causa de fondo o si se trata simplemente de coincidencias operativas.
Frente a la posibilidad de un ciberataque, Llanos no descarta la hipótesis, aunque advierte que estos requieren una planificación precisa y objetivos bien definidos. Cita casos históricos como el uso del software malicioso Stuxnet contra instalaciones nucleares en Irán o el Conficker, que aprovechó vulnerabilidades en sistemas Windows para atacar redes industriales. Para que una ofensiva digital de este tipo tenga éxito, debe estar dirigida a instalaciones críticas en momentos clave, lo que exige un nivel de sofisticación que aún no ha sido confirmado en el caso europeo.
En cuanto a la infraestructura afectada, el sistema eléctrico español está gestionado por Red Eléctrica, una empresa privada con participación estatal que controla el 94% del suministro peninsular. Este sistema está interconectado con Francia, Portugal, Marruecos y Andorra, lo que implica que cualquier falla de gran magnitud puede tener un impacto regional. Según Llanos, el sistema español es aproximadamente tres veces más grande que el interconectado chileno, lo que hace aún más compleja la gestión de crisis de este tipo.
El apagón en la Península Ibérica reabre el debate sobre la resiliencia de los sistemas eléctricos modernos, especialmente en contextos de alta dependencia de energías renovables y de creciente vulnerabilidad digital. Mientras las autoridades trabajan para esclarecer lo ocurrido y restituir el servicio, el episodio sirve como advertencia sobre los desafíos que enfrentan las redes eléctricas en tiempos de transición energética y amenazas cibernéticas.