Un estudio realizado por Catalina González, doctora en Salud Pública y académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad de Valparaíso, junto a la estudiante Paullette Hidalgo, advierte sobre los riesgos y el impacto que tendría el retorno de los tres millones y medio de alumnos de la enseñanza prebásica, básica y media al sistema escolar.
La investigadora llevó a cabo una recopilación bibliográfica de toda la evidencia científica disponible sobre Covid-19 en población infantil (de cero a 19 años de edad), análisis que incluyó información epidemiológica con datos obtenidos del Ministerio de Salud y su Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS), como también la revisión de artículos internacionales de países como Estados Unidos, Reino Unido e Italia, además de China y otros países asiáticos.
El estudio reportó que en Chile, al 23 de julio de 2020, se habían diagnosticado casi treinta mil casos (29.924) de COVID-19 en niños, niñas y adolescentes, con 51 casos fallecidos, correspondientes a la suma de defunciones de casos COVID-19 confirmados con PCR positivo y casos sospechosos. Además, mil 83 menores de edad han sido hospitalizados en algún momento por COVID-19.
La doctora González afirmó que “la letalidad por COVID-19 es mayor en lactantes y preescolares, y menor en los adolescentes. Si se considera sólo las defunciones por COVID-19 en menores de edad de casos confirmados con PCR positivo, se registran 18 casos”.
Respecto a la transmisión del coronavirus en ámbitos escolares, la investigadora sostuvo que la literatura internacional señala que “uno de los modelos matemáticos hecho por la Universidad de Granada, España, estimó que en aulas de diez alumnos por sala, en el primer día de clases cada escolar interactuará en promedio con 74 personas y el segundo día llegará a estar expuesto a 808 personas. Otro caso analizado ocurrió en un establecimiento de enseñanza media en Francia, con alumnos de 15 y 17 años, donde se contagió dentro de la escuela el 40,9 por ciento de los alumnos y del personal. Otro modelo matemático hecho en Corea del Sur, en una escuela reabierta, estimó que la tasa de transmisión aumentaría diez veces, esperándose que en siete días el contagio abarcaría al 28,4 por ciento de los escolares y a los 14 días al 33,6 por ciento”.
Al consultar por el comportamiento de los escolares y las medidas de autocuidado en los colegios, la académica mencionó un estudio realizado en Wuhan, China, que “mostró que sólo el 42,05 por ciento de los escolares realizó el lavado de manos y un 51,60 por ciento mantuvo las instrucciones de uso mascarillas. El resto de los niños no siguió las instrucciones”.
Catalina González aseguró que son muy pocos los casos en el mundo en que los colegios han regresado a clases presenciales y que, a pesar de que se tomen todas las medidas de autocuidado (uso de mascarilla, distanciamientos social y lavado de manos), al permanecer por un tiempo prolongado en una sala de clases, que es un lugar cerrado, aumentará el riesgo de contagio.
“Cuando se reabran los establecimientos educacionales ocurrirán rebrotes. Habrá un porcentaje de niños, niñas y adolescentes que desarrollará la enfermedad en forma moderada y grave. Además, aunque para esta enfermedad las muertes en este grupo etario son mucho menos frecuentes, esto no significa que no se producirán. También la evidencia científica alerta al sistema de salud pública que después de la liberación del bloqueo, los transportes públicos serán las principales fuentes de transmisión del SARS-CoV-2 en las ciudades metropolitanas. Por lo tanto, aunque en la escuela se tomaran todas las medidas en forma estricta, aquellos escolares que usen el transporte público podrían contagiarse durante el traslado y de ahí traspasar el virus a parte de la comunidad escolar”.
Finalmente, la doctora González afirmó que el objetivo del estudio es proporcionar los argumentos necesarios para decidir si los escolares deberían volver al sistema escolar presencial o permanecer en confinamiento hasta que se encuentre una vacuna que genere la inmunidad necesaria para que la población infantil esté protegida del coronavirus.
“En esta situación de pandemia, si se reabre la escuela se asegura el derecho a la educación a cambio de exponer a la enfermedad y muerte a niños, niñas y adolescentes. Por tanto, cabe preguntarse ¿cuál es la alternativa que producirá el bien mayor y el mal menor? En nuestra opinión, entre ambos imperativos -el derecho a la salud y el derecho a la educación- debiera primar el derecho a la salud”.