Karol G, la estrella global del reggaetón y ganadora del GRAMMY, revela su álbum más ambicioso hasta la fecha. Tropicoqueta, su quinto trabajo de estudio, no es solo una producción musical: es un manifiesto visual y emocional donde lo íntimo se vuelve espectáculo y lo latino se eleva a altar. Inspirada por el legado de las vedettes latinoamericanas y moldeado por dos años de transformación personal, la artista se lanza sin red a un proyecto en el que cada ritmo, cada color, cada letra, celebra la sensualidad, la nostalgia y el poder de habitar el propio escenario sin pedir permiso.

Tropicoqueta es un disco que mezcla géneros y derriba fronteras: hay vallenato que se codea con reggaetón, bachata que conversa con pop, y cumbia que coquetea con mariachi. Todo en una puesta en escena sonora que va de lo ancestral a lo divino, de lo kitsch a lo sagrado. Karol toma las riendas creativas desde el primer compás hasta el último arreglo, haciendo de este álbum una declaración de independencia artística. No hay pieza secundaria, no hay relleno: “Para mí, es el playlist perfecto”, afirma. Cada track está diseñado para mover el cuerpo, conmover el alma y decir con claridad quién es y de dónde viene.

La artista no está sola en este viaje. Se suman a ella figuras como Eddy Lover, Greeicy, Feid, Manu Chao, Mariah Angeliq y Marco Antonio Solís, cada uno aportando texturas únicas que conectan el álbum con las raíces musicales del continente. La apertura corre por cuenta de Thalía, una de sus grandes inspiraciones, y entre los créditos se cuelan nombres como Pharrell Williams, Tainy, Ovy on the Drums y Edgar Barrera. En manos menos visionarias, este cruce de estilos podría sonar a collage forzado, pero en Tropicoqueta todo fluye como una fiesta ritual: un carnaval de identidad.

Con este álbum, Karol G sigue empujando los límites de lo que puede ser una figura del pop latino global. Si Mañana Será Bonito la consagró, Tropicoqueta la libera. No se trata solo de hacer hits, sino de dejar una marca estética, política y emocional que resuene en una cultura cada vez más abierta al cruce de géneros, cuerpos e historias.