La primera vértebra de plesiosaurio del período Jurásico hallada en Chile fue descubierta en 1861. En la década de 1970, investigadores como Zulma Gasparini y Guillermo Chong contribuyeron a expandir este registro, y probaron que los plesiosaurios fueron animales comunes del Jurásico en el norte del país. Pese a este trabajo, hasta la fecha no existían identificaciones detalladas de estos reptiles marinos que habitaron el país o sobre sus posibles relaciones con animales jurásicos encontrados en otros lugares del mundo.
En esto consistió el trabajo de un grupo de científicos de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile y del Museo de Historia Natural y Cultural del Desierto de Atacama que logró identificar los primeros géneros de plesiosaurios del Período Jurásico en el país. El trabajo, liderado por el investigador de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile, Rodrigo Otero, permitió determinar la pertenencia de restos fósiles hallados a unos 20 kilómetros al oeste de la ciudad de Calama a los géneros Muraenosaurus y Vinialesaurus, investigación que fue publicada por la revista Journal of Vertebrate Paleontology.
El estudio determinó que los restos de Muraenosaurus y Vinialesaurus encontrados corresponden al Oxfordiano, edad geológica del Período Jurásico que va desde los 163 a 157 millones de años atrás. Ambos géneros de plesiosaurios se caracterizan por tener cráneos de unos 30 cm, con vértebras del cuello algo cilíndricas, cuerpos robustos y aletas de largo moderado. Fueron reptiles marinos de tamaño variable según la especie. Mientras el Muraenosaurus alcanzó un largo de 6 metros, la extensión del Vinialesaurus habría llegado a unos 4 metros.
Sobre la importancia del hallazgo, Rodrigo Otero señala que el Muraenosaurus es una forma bien conocida en el Jurásico Medio de Europa, aunque escaso en el registro austral. De hecho, hasta ahora, se conocía sólo un registro fragmentario de este género en el Hemisferio Sur, específicamente en rocas del Caloviano (166 a 163 millones de años atrás) en Argentina. Por otra parte, destaca que “los nuevos especímenes hallados en Chile corresponden a restos más completos, que permiten reafirmar la distribución austral de este género, y además extienden su presencia hasta el Oxfordiano”.
La identificación del Vinialesaurus, en tanto, representa el segundo registro en el mundo y el primero en el Hemisferio Sur. Antes de esta investigación, la presencia del Vinialesaurus sólo se conocía en el Oxfordiano de Cuba. Por esta razón, comenta el paleontólogo, “resulta interesante que en el Jurásico chileno aparezcan reptiles marinos que se conocen en Europa algunos millones de años antes (como es el caso de Muraenosaurus), y además formas contemporáneas sólo conocidas en Cuba”.
Los primeros hallazgos fueron hechos por Osvaldo Rojas del Museo de Historia Natural y Cultural del Desierto de Atacama el 2009 y las primeras campañas en las que se encontró material en superficie fueron en el 2014. Cuatro años después, durante el 2018, comenzaron las excavaciones y recuperaciones de los fósiles bajo duras condiciones desde sitios ubicados en la cuenca del río Loa, trabajo que contó con el apoyo del Museo de Historia Natural y Cultural del Desierto de Atacama y del Proyecto Anillo ACT-172099, liderado por la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile.
Estas campañas en pleno Desierto de Atacama permitieron hallar tres especímenes en tres localidades diferentes del sector Cerritos Bayos, unos 20 kilómetros al oeste de Calama. La mayor cantidad de restos corresponden a dos Muraenosaurus. El más completo (espécimen 1) es un esqueleto que preserva fragmentos dañados de cráneo, dientes, y partes de cuello, tronco y aletas. El segundo (espécimen 2) corresponde a parte de la columna vertebral entre el cuello y el tronco. El último (espécimen 3), en tanto, es una mandíbula aislada de Vinialesaurus.
Rodrigo Otero explica que durante la época en que estos plesiosaurios vivieron parte del territorio que hoy conocemos como el norte de Chile integraba el supercontinente Gondwana y otra estaba sumergida en el océano. Detalla además el amplio registro fósil de fauna prehistórica que queda por identificar en la zona. “En ese lapso (Jurásico Superior), gran parte de lo que hoy es Chile correspondía a una amplia cuenca marina que alcanzaba incluso al actual territorio argentino. En el sector que estamos estudiando, hemos hallado nuevos materiales de vertebrados marinos, incluyendo restos craneales de ictiosaurios, cocodrilos marinos y pliosaurios, junto con una diversidad de peces que abarcan formas muy pequeñas hasta formas filtradoras gigantes que se estiman en unos 10 metros de longitud. En este sentido, estamos comenzando a interpretar la diversidad marina que existió en el norte de Chile durante el Jurásico, especialmente enfocados en la diversidad de reptiles marinos”, indica el paleontólogo.
La investigación, realizada junto a los investigadores de la Universidad de Chile, Sergio Soto Acuña, Jhonatan Alarcón y Héctor Ortíz, además de Osvaldo Rojas y Jennyfer Rojas, del Museo de Historia Natural y Cultural del Desierto de Atacama, reafirma la hipótesis de una conexión entre la fauna marina del Atlántico norte y la del Hemisferio Sur durante el Jurásico Superior (Oxfordiano), cuando parte del territorio chileno estaba sumergido en el mar y Sudamérica aún integraba Gondwana.
Este vínculo se habría dado a través del llamado “Corredor del Caribe”, también conocido como “Corredor Hispánico”, que habría permitido el flujo de animales oceánicos desde el Mar de Tetys (Altlántico norte de hoy) hacia el antiguo Océano Pacífico. Dicha idea ya había sido propuesta por investigadoras como Gloria Arratia (peces óseos) y Zulma Gasparini (cocodrilos marinos) “Los recientes hallazgos de plesiosaurios se suman a los registros de Europa y del Caribe, robusteciendo la idea de este corredor marino plenamente funcional durante el Jurásico Medio y Superior”, plantea Otero.
El potencial para hallazgos paleontológicos de fauna marina en Chile es gigantesco, destaca el investigador de la U. de Chile. “En el norte del país contamos con depósitos marinos que abarcan desde el Paleozoico superior (más de 250 millones de años atrás) hasta el final del Jurásico, hace unos 145 millones de años. Entonces, tenemos la posibilidad de hallar fauna marina en un rango de unos 110 a 120 millones de años. Imagínense la diversidad de formas que debieron existir en un lapso de tiempo que es casi el doble desde que se extinguieron los dinosaurios hasta hoy. Además, conocemos muy poco de los vertebrados marinos que habitaron el suroeste de Gondwana (antes de Pangea), por lo que los futuros hallazgos tienen potencial de alta relevancia en cuanto a conocimiento científico-cultural”.