El Ministerio de Salud (Minsal) declaró alerta sanitaria nacional por la viruela símica, también conocida como “viruela del mono”, y actualmente se registran 91 casos confirmados. La vía de transmisión de esta enfermedad viral es el contacto físico con una persona contagiada, principalmente. Los especialistas aconsejan prestar atención a los síntomas, que son inicialmente fiebre alta y malestar general, antes de presentar las clásicas lesiones en la piel, y acudir a un centro asistencial.
Luego de tres años de pandemia por COVID-19, la ciudadanía ya conoce las medidas de cuidado y cómo se transmiten los virus respiratorios. Sin embargo, la viruela símica corresponde a una zoonosis viral que se contagia por contacto físico. El Dr. Jorge Ramírez, académico del Programa de Salud Global de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, explica que la forma de transmisión es a través de ciertos fluidos corporales.
“La propagación entre seres humanos requiere un contacto más estrecho a través de distintos fluidos. No es un virus de transmisión respiratoria, como el coronavirus o la influenza, este requiere un contacto mayor”, explica el profesor Ramírez. “La preocupación son los grupos de riesgo habituales, niños y personas con algún grado de inmunocompromiso y enfermedades crónicas descompensadas”, agrega.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) decretó hace dos semanas una emergencia sanitaria internacional por el brote, que supera los 26 mil casos en casi 80 países y nueve víctimas mortales. Estados Unidos es el país con más casos, le siguen España, Brasil y Francia. Y si bien se han presentado brotes en los últimos años alrededor del mundo, el que estamos viviendo actualmente es el de mayor expansión.
¿Cómo se manifiesta la enfermedad? El Dr. Ramírez explica que se trata de una infección viral de curso benigno en personas sanas. “Comienza con una fase febril hasta los primeros 5 días, con compromiso del estado general, fiebre alta, decaimiento y llamativamente tiene también inflamación de los ganglios a nivel cervical y a nivel de la orofaringe. Luego tiene una fase cutánea en que aparecen las lesiones”, indica el académico de la Escuela de Salud Pública.
El cuidado es la clave, pues no existe una vacuna específica para esta enfermedad. Lo que se ha hecho es autorizar vacunas desarrolladas para la viruela humana, pero la disponibilidad de las vacunas es muy baja actualmente, ya que no ha habido un plan de desarrollo pensando en una escala masiva. Por lo tanto, no existe la capacidad de usarla de manera generalizada. Por ejemplo, en Estados Unidos han priorizado a grupos muy específicos, inoculando a los contactos estrechos de los 5 mil casos que tienen.
“Entre las medidas de precaución está el aislamiento de personas que estén con cuadros febriles con altos índices de sospechas, por ejemplo, viajar a lugares con brotes en curso, y consultar rápidamente en el caso de aparición de lesiones sospechosas o fiebre alta. Si hay un contagiado en casa, atenderlo con mascarilla y guantes, y no compartir cubiertos, vasos, baño ni la misma habitación”, dice.
Si bien efectivamente el brote actual ha sido más prevalente en grupos de hombres que tienen sexo con hombres, es importante no estigmatizar a las personas de la diversidad sexual, ya que esta no es una enfermedad de transmisión sexual. Según la investigación epidemiológica, se observa que el 100% de los casos nacionales corresponde principalmente a hombres que han tenido contacto sexual reciente con una nueva o múltiples parejas masculinas, dice el Minsal en su último informe.
Para Andy Co, encargada de Vinculación con estudiantes y organizaciones LGBTIQ+ de la Oficina de Equidad e Inclusión de la Vicerrectoría de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios de la U. de Chile, el tratamiento de algunos medios de comunicación e incluso algunos anuncios de la OMS, identificando a la población homosexual como la única afectada, raya en la homofobia. “La homosexualidad no es en sí una práctica de riesgo. Existen prácticas de riesgo, el estigma es la asociación de ciertos grupos a ciertas prácticas de riesgo. Si te acuestas con alguien que no sabes cómo contactarlo después es una práctica de riesgo, aunque se usen los métodos preventivos tradicionales”, afirma.
“Con el Sida pasó también. Evidentemente, esto es una estigmatización más, pues esta viruela se contagia a través de la saliva, la ropa, etc. Entonces, incurrir en este tipo de discursos a esta altura del avance de la ciencia y la medicina me parece necesariamente homofóbico y apresurado. La medicina no se ha dado cuenta del impacto que ha tenido en la discriminación y la constante segregación de la población LGBTIQ+. Están perpetuándola. Esta semana hubo dos crímenes de odio solo en Chile. Estos comentarios generan un daño irreversible a la comunidad a nivel simbólico”, agrega la especialista en temáticas de la diversidad sexual y de género.
El Dr. Ramírez concuerda con que el riesgo de generar estigmas es “altísimo”. “Por eso, se debe hacer una comunicación de riesgo con información simple, enfocada en las conductas de riesgo y no en las características particulares de las personas. Lo importante es relevar que la conducta es la que implica algún tipo de riesgo sanitario y no la persona propiamente tal ni sus características particulares. Esta no es una enfermedad de transmisión sexual. Durante la relación sexual se provoca este mecanismo de transmisión de secreciones, pero también durante otras actividades”, finaliza el médico.