En septiembre, comenzarán a regir las obligaciones de reciclaje de envases y embalajes plásticos en el marco de la Ley REP. Aunque en Chile se registran avances, uno de los principales desafíos lo presenta el polipropileno flexible, comúnmente usado como envase de arroz, tallarines, hamburguesas, galletas, snacks, embalaje secundario, entre muchos otros productos.
Aunque se trata de un material reciclable, actualmente no existen canales de recolección estables y universales. Según un estudio de ASIPLA, en colaboración con SOFOFA y otras organizaciones, la valorización de este tipo de material posconsumo domiciliario representa apenas el 1,1% de las más de 23 mil toneladas que anualmente se presentan en el mercado chileno.
Sin embargo, un estudio del investigador del Centro de Innovación en Envases y Embalajes (LABEN-CHILE) de la Universidad de Santiago de Chile y de la plataforma de innovación Co-Inventa, Eliezer Velásquez, busca mejorar las propiedades de este tipo de envases de uso domiciliario para fomentar su reciclaje. En palabras del especialista, “busca mejorar las propiedades físico-mecánicas del polipropileno reciclado flexible mediante el uso de nanotecnología”.
El proyecto Fondecyt 11220469 contempla colaboraciones con instituciones de distintos países. El año pasado, con el Departamento de Ciencias Químicas de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, y con el Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de los Materiales de la Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina).
Este año, la iniciativa comenzó su segunda etapa, estableciendo redes de colaboración con el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, y con la Universidad de Zaragoza. La tercera y última parte del proyecto está programada para 2024.
De acuerdo con Velásquez, ingeniero químico y doctor en ingeniería, una de las razones de las bajas tasas de recolección y reciclaje del envase flexible se debe al bajo peso en relación a su superficie, y es muy fácil de filtrar en el medioambiente. El estudio busca que el material no pierda sus propiedades físicas y mecánicas, que lo hacen menos competitivo que un “plástico virgen”, mejorando sus propiedades “barrera”.
El objetivo es que este plástico mantenga lo mejor posible las cualidades que le permitirían, por ejemplo, retrasar el proceso de deterioro en el caso de una potencial aplicación en envases de alimentos. “Para que las empresas reciclen y lo utilicen, para hacer nuevos productos, se les complica; al reprocesarlos, pierden su propiedad original”, señala. Por eso, se busca reforzar el material. “Se están haciendo mezclas con aditivos como nano-refuerzos, para mejorar las propiedades”, afirma.
Finalmente, el especialista anuncia que, en su tercera etapa, la iniciativa estudiará el efecto del reciclado del prototipo que resulte con mejores cualidades. “Se va a reprocesar a escala piloto para evaluar su desempeño”, concluye.