Un anfiteatro anatómico, donde se realizaban demostraciones prácticas con cadáveres, una sala de teratología, dedicada al estudio de los defectos congénitos, cuadros, fetos, modelos anatómicos que replican el cuerpo humano y sus distintos órganos y una biblioteca, es parte de la colección que ofrece el Museo de Anatomía de la Universidad de Chile, que cumple 100 años al servicio de la comunidad y aportando en la formación de especialistas en carreras de la salud. 

Los orígenes del Museo están más relacionados con la historia de la disciplina que a la historia de la colección misma. Fue en en 1920 que en una casi centenaria Universidad de Chile se le denomina Instituto de Anatomía,  quedando bajo dependencia de la Escuela de Medicina, y dirigido por un Inspector del Instituto y del Museo Anatómico, quién debe ser médico titulado de la Universidad de Chile y así cuidar por siempre de su patrimonio. De esta forma se inicia una larga historia, que permite que el lugar acumule piezas, órganos, cuerpos y preparados cadavéricos de larga data, junto a aportar en la formación académica, lo que permitió que en 2016 el Consejo de Monumentos Nacionales lo catalogara como Monumento Histórico Nacional. 

Al recorrer sus pasillos, uno de los lugares que llama la atención de cualquier visitante es el anfiteatro anatómico, lugar donde se realizaban demostraciones prácticas con cadáveres, inaugurado en 1922, teniendo como patrono a José Joaquín Aguirre; particularmente por el centenario de su nacimiento, y por quien ahora se celebra el siglo en este Museo.

Según explica Julio Cárdenas, director del Departamento de Anatomía y Medicina Legal de la Universidad de Chile y quien dirige este espacio, el acopio de materiales se inicia en el siglo XIX con una especie de “gabinete anatómico”. Empieza a aumentar la cantidad de piezas y objetos que van a conformar después una sala de exhibición para los públicos. Así comienza a constituirse el concepto de Museo Anatómico, donde también hay libros, láminas anatómicas y preparados especiales (cadavéricos).

“Comienza como una especie de acumulo de material, una especie de gabinete anatómico por parte de los profesores de anatomía. Posteriormente, ya en el siglo XIX empieza a mostrarse a la gente y empieza a constituirse lo que es un Museo Anatómico, y es así entonces como tenemos materiales que habitualmente eran ocupados para la disección, treparadores de cráneo, bisturí, costotomo, que van junto con las tinturas utilizadas para pintar de azul las venas, de rojo las arterias y de amarillo los nervios. Con ello podemos mostrar entonces la anatomía del cuerpo humano para los estudiantes de las carreras del área de la salud”, explica el profesor Cárdenas.  

Recorrer el museo es una experiencia distinta. Es posible ver cuadros, figuras, cuerpos humanos conservados por años, fetos que muestran defectos congénitos. Si bien parte de la exhibición de este museo se desarrolla a lo largo de una sola recamara, en ella se encuentran una enorme variedad de modelos anatómicos que van desde las réplicas artificiales hasta órganos reales conservados con distintos métodos.

El profesor Cárdenas destaca el rol que ha tenido el museo en la formación académica de los estudiantes de Medicina, así como también su rol educativo y vocacional.  “Le sirve no solo a la comunidad propia del área universitaria, de la formación de carreras del área de la salud, sino que sirve como un estímulo vocacional, entonces, si bien es cierto en forma inicial nosotros recibimos a alumnos de tercero y cuarto medio que ya tenían como sus ideas claras, resulta que actualmente la edad de visita de los colegios incluso ha ido bajando a la enseñanza básica, donde los chicos van viendo que existe otro mundo, llegan algunos por primera vez a la universidad a conocer. Es importante tener este primer contacto a temprana edad para poder decidir, cambiar y modificar su vocación o su estímulo vocacional para estudiar una carrera del área de la salud”, señala el académico.