En latín, patrimonio proviene del latín patrimonium, que significa “bienes que se posee de los padres”. Como concepto, se asocia a un bien que representa un período, un hito o un determinado legado. En Chile, es el Consejo de Monumentos Nacionales el organismo encargado de determinar y proteger este patrimonio mediante una comisión conformada por expertos de distintas áreas, uno de los cuales representa a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la Universidad de Chile.
Sin embargo, pese a que existen 1.295 monumentos históricos en nuestro territorio, hay casos donde lugares considerados patrimoniales por varias comunidades terminan siendo demolidos o reacondicionados. Así lo plantea Rodrigo Vera, integrante del Instituto de Historia y Patrimonio de la Universidad de Chile, quien reconoce lo habitual de esta situación, tal como ha ocurrido en casos como la demolición de la Villa San Luis en Las Condes o el reciente cierre del teatro que albergaba el Bar Las Tejas en el barrio de San Diego. “Forma parte de ese patrimonio, de esa identificación que el barrio tiene con su habitante, y no solo con los habitantes, sino con gente que concurre particularmente de otros lugares de Santiago hacia el bar Las Tejas, por lo que representa un patrimonio arquitectónico cultural”, señala.
Este tipo de situaciones ha ocasionado la perdida sistemática de patrimonio en distintas comunas y regiones del país, fenómeno que se atribuye a una mirada exclusivamente comercial sobre el patrimonio. “Es caro de mantener y uno no tiene un beneficio económico evidente e inmediato. Entonces, conservar patrimonio pareciera ser en términos económicos una pérdida siempre”, plantea Claudia Bossay, profesora de la Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile. Para la académica, esta visión invisibiliza la verdadera ganancia que obtienen las comunidades producto de la conservación del patrimonio local. “El patrimonio le devuelve a las personas el cómo se siente estar en espacios que tienen activa la cultura”, señala.
Es en esa línea que desde la ciudadanía han surgido distintas iniciativas que tienen como objetivo proteger formas alternativas de patrimonio. Este es el caso de espacios como el Teatro Centenario en La Serena o el Teatro Novedades en el Barrio Yungay, lugares que para la profesora Bossay representan una importante forma de patrimonio. “Más que las puras películas, es una industria que produce, cómo se distribuye, oye y dónde se exhibe. Cuando decimos cine como patrimonio, tratamos de contemplar esas aristas, tratamos de contemplar las película y quiénes fueron los públicos de las películas y dónde las veían en las salas de cine”, indica.
Pero no es solo con los cines que se hallan otras formas de patrimonio. También encontramos bares de larga data que han llegado a ser considerados por sus respectivos barrios como áreas patrimoniales, pese a no estar reconocidos por el Consejo de Monumentos Nacionales o el plan regulador de la comuna. “Hay cierto desprecio, de alguna manera, a formas de cultura no tan reglamentadas. Bares como Las Tejas tienen una tradición importante, con música local, bandas de folclore contemporáneo. Son prácticas que hoy las tenemos tan divididas en el espacio (…) La cultura no es algo que habite en nuestra vida contemporánea todo el tiempo y antes lo estaba mucho más”, comenta.
Si quieres saber más sobre este interesante tema, puedes escuchar el episodio de esta semana en Tantaku.cl, en Youtube y en Spotify.